12/12/10

¡Con tantas cosas…!

Con una ropa que me recuerda a tiempos ya pasados, con el paso corto, la mirada fija, pero ausente… Y el tiempo lento.
Con la abrumadora sensación  de estar tocando el abismo infinito de una mezcla embriagadora de sensaciones. Y el tiempo lento.
Con el agua que repica en el musgo de mi piel, con la atronadora voz del silencio. Y el tiempo lento.
Con pasos, con huellas, con amargas sensaciones desconocidas, pero cercanas. Con voces familiares de un mundo que es testigo de mi permanencia. Con la voz de mi alma incesante, que me recuerda lo contrario, mi impermanente estado vital. Y el tiempo, el tiempo que no avanza.
Con lo positivo y sin fuerzas para clamar respuestas. Con más ganas de seguir que de encontrarlas, por mucho que le quiera dar sentido a lo que no lo tiene. Con tiempo, pero sin él.
Con paso firme, con fuerzas que me acechan, con… ¡tantas cosas!
Sobre todo, ese darse cuenta que nada lo perdona.
Y, mientras tanto, la tarde, que ya no es tarde, sino cercana noche, me abre un espacio ante mis ojos, una claridad, una luz negruzca en forma de remolino…
Me adentro. Estoy ahí, y la noche sigue viniendo, para clarear mañana en la mañana, aunque no haya un dulce, por más amoroso que sea, que pueda calmar mi alma amarga, muy lejos de cualquier consuelo.