29/6/14

Rescate

Y cuando todo iba, ineludiblemente, a coger otro cariz, a estrecharme, a pasar sin detenerme y sin festejarme, sin darle alegría al recorrido, me rescaté. Salí de la exigencia y del prestigio honroso de llegar a buen puerto habiendo hecho caso a la navegación para en mano de esos reflejos de mi condición opaca pero brillante, dejar la templanza de mis dominios en manos de otras voces.
No fue fácil tomar la decisión, cabalgar sobre la pseudoabundancia y la chirriante y metálica disposición de ánimo tiene sus consecuencias, no solo en el desgaste sino en la falta de movimiento natural; por un lado estaba yo y por otro mi cuerpo, y más allá mis deseos intrincados e inasibles. En tal disposición es muy difícil dormirme conmigo propiamente o estar acompañado de día por mis propios pasos.

¿Qué ha pasado ahora? ¿A dónde fueron los anclajes? Destapé el tapón que recubría el envoltorio de mis deseos y todo se esfumó, desapareció, sin más. Hay ciertos caminos que me llevan hacia la nada y muchas veces sueño con no encontrarme encrucijadas no identificables, pero esta vez la neblina ha oscurecido el camino y me ha obligado a mirar a la cara a la desorientación.

Sí hay escucha hay poder, sí hay alegría todo se escucha y entonces desde el temor enfrentado se puede respirar.

Tengo la condición por formar y mil páginas en blanco y es preferible ir lento como una tortuga percibiendo el recorrido que imitar la prestreza y la tenacidad de la fuerza mal direccionada que empuja desde la sordera de un corazón cansado hasta la sima de mi ser. No es de noche ni de día, ni es blanco ni negro lo que hay enfrente, solo soy yo, abierto al mundo, solo eso: yo y un medio que intenta seducirme para ser envuelto en su regazo y nacer de nuevo, aquí y ahora.