8/12/15

Apertura

Sin ella se perdió toda la magia casual
me adentré en la vorágine del tiempo y huí,
y no te vi nuevamente, con esa sonrisa
que pareciera desarmar al mismísimo demonio.
Hoy, en esta casa, estoy sin rumbo cierto
transijo con las idas y venidas de la vida,
tranquilo, y me acuerdo de tu alegría, fresca,
mientras el atardecer me recoge en su manto
sin rencores, con un perro tras la ventana,
que ladra, levemente, como oyendo esta letanía
recordándome momentos inefables, vividos.
Y serán las estrellas y los astros, las galaxias,
o la mano que todo lo puede, los que saben
de lo finito y lo infinito, lo vedado y lo accesible
velando la oportunidad de ver, quizá,
el milagro del reencuentro y las casualidades,
que ya no serán aleatorias sino causales.
Quiero creer, a veces, en la telepatía,
quiero pensar en que las palabras no dichas
esperan a ser renombradas. Espero pacientemente.
Y entretanto el tiempo camina junto a mí, me habla
y yo simplemente me amanso, me hago chiquitito,
y aunque pueda pasar por el hilo de un aguja,
no puedo remendar tantos océanos de silencio
ni tanta inmensidad desbordada.
La belleza acaricia a mi puerta, susurrante,
y tímidamente me la encuentro
muy diferente a cómo me la esperaba.