24/6/18

El sentido mar

Puedo estar indeleble
como un eterno barco
que cruza el océano,
en constante movimiento.
Podría ser el mar que lo acaricia,
suave y agitado,
profundamente misterioso y quieto.
Amor y amante, ese parezco,
capitán de un arriesgado buque
en la soledad de lo inmenso.
Pero soy solo su olvidado casco,
el motor y un ancla que espera.
Prefiero ser el capitán, el que controla,
el que dirige la máquina,
aunque esté a merced de las olas
y de la indescriptible calma
menos gobernable 
que el cielo sin estrellas.
El agua está fría, quema
duele en las entrañas,
el capitán no lo siente
solo sabe de coordenadas,
ignora lo que presiente.
Abajo, en la mar, se abren los cielos,
el frío casco observa valiente.
¿Adónde surcas los mares?
El capitán enmudece,
fue amigo del agua,
se erizó con el viento,
vio venir a las olas
y no les tuvo miedo.
Y ahora cumple su trabajo
y duda,
a merced del tiempo.

                                           inefabilidad