7/7/19

Los desafíos de la Palabra







Al principio fue la palabra, sin referente
solo la musicalidad de sus fonemas.
¡Palabra! y, enseguida, se paladeaba su sabor
el olor de su frescura.
Así lo fue en origen, alimento, texto y contexto
fuera de un espacio mayor.
Y desde esa atalaya se veía el horizonte.

Luego vino el desencanto, la otredad,
el contexto verdadero de la vida.
Las palabras señalaba, mostraban, representaban
e indicaban las experiencias notables y diminutas,
los viajes horizontales, los verticales
y aquellos que no tenían destino.

Y por último la palabra fue al encuentro,
a lo que nunca debió dejar de ser.
Se encontró estableciendo puentes:
-levadizos, como cualquier canal con tráfico.
-sólidos y pétreos ante lo evidente.
-movedizos, sin columnas ni vigas;
serpenteantes. Un atajo.

Y ante la evidencia, la Palabra se inspiró
para pronunciar aquello que fue verdadero,
primordial y bello: la alegría.
Por fin entendida, esbozó un susurro
y continuó diciendo:
en cada principio y con cada una
de las combinaciones de su ser indiferenciado
se encontraría una respuesta individual.


Y enmudeció.