14/7/18

La tierra del cielo



Yo creí saber qué era el tiempo
y solo oigo el mar susurrante,
que bosteza, grita y crece
y nunca reclama su retroceso.

Yo supe del aroma del viento
alejando las flores secas,
atrayendo el misterio insondable,
en el balcón de lo inmenso.

Cuando supe que era verano
refresqué el alma tibia
con un sol vivificante y serio,
testigo sereno y fiel hermano.

Sin embargo, ahora vivo en la ciudad
y contemplo y, a veces,
no existo ni pienso, enmudezco.
Y sé por fin, quiénes fueron los maestros.


                                                     inefabilidad

24/6/18

El sentido mar

Puedo estar indeleble
como un eterno barco
que cruza el océano,
en constante movimiento.
Podría ser el mar que lo acaricia,
suave y agitado,
profundamente misterioso y quieto.
Amor y amante, ese parezco,
capitán de un arriesgado buque
en la soledad de lo inmenso.
Pero soy solo su olvidado casco,
el motor y un ancla que espera.
Prefiero ser el capitán, el que controla,
el que dirige la máquina,
aunque esté a merced de las olas
y de la indescriptible calma
menos gobernable 
que el cielo sin estrellas.
El agua está fría, quema
duele en las entrañas,
el capitán no lo siente
solo sabe de coordenadas,
ignora lo que presiente.
Abajo, en la mar, se abren los cielos,
el frío casco observa valiente.
¿Adónde surcas los mares?
El capitán enmudece,
fue amigo del agua,
se erizó con el viento,
vio venir a las olas
y no les tuvo miedo.
Y ahora cumple su trabajo
y duda,
a merced del tiempo.

                                           inefabilidad

16/2/18

Alma

Te vi una mañana, en sueños.
Eras clara, diáfana, inteligente,
tan perfecta que mi nombre
era indigno de contemplarte.
Te esquivaba, te huía.
Con dulzura me observabas,
con amabilidad comprendías,
con ternura estabas cerca,
no rehuías mi tormento.
Y en el sueño vi la naturaleza
de las cosas innombradas.
De tanto escrito, de una larga biografía
sin ser anciano aún
me acerqué porque eras parte olvidada. 
Y me sentí esquivo del amor
y te tuve y me tuve miedo;
pero solo me contemplabas,
solo eras espejo invisible
de un paraíso posible aquí, no más allá.
De tu sonrisa hablará mi sonrisa,
en tu silencio soñarán mis fronteras
y la entrega ciega al animal manso.

                                                    inefabilidad