19/9/14

Para ti...

Gil de Biedma: "La Niña Isabel"


En un año que has estado
casada, pechos hermosos,
amargas encontraste
las flores del matrimonio.


Y una buena mañana
la dulce libertad
elegiste impaciente,
como un escolar.

Hoy vestida de corsario
en los bares se te ve
con seis amantes por banda
--Isabel, niña Isabel—

sobre un taburete erguida,
radiante, despeinada
por un viento sólo tuyo,
presidiendo la farra.

¡De quién, al fin de una noche,
no te habrás enamorado
por quererte enamorar!
Y todo me lo han contado.

¿No has aprendido, inocente,
que en tercera persona
los bellos sentimientos
son historias peligrosas?

Que la sinceridad
con que te has entregado
no la comprenden ellos,
niña Isabel. Ten cuidado.

Porque estamos en España.
Porque son uno y lo mismo
los memos de tus amantes,
el bestia de tu marido.


(Tomado de El Blog de Estrella, Estrella's Blog)

14/9/14

Tantas ganas...

Y esas ganas de viajar a remotos lugares
donde el espacio no parezca un decorado,
donde la gente se mire a los ojos
y las posturas sean suficientemente amplias
para hallar belleza ante algo tan simple;
donde los colores no sean monocordes
o ya vistos en el catálogo de turno
o en la tendencia artística de moda
sino que sean el brillo, la intensidad
el riesgo de las tonalidades
los factores asociados al gusto y al impacto
y no elegidos desde una convención,
y todos ellos juntos, despierten los sentidos
e inyecten la vitalidad como una buena dosis de café.

Lugares en los que las diferentes normas
nos hagan cuestionar ontológicamente
cuál es el verdadero sentido
de la palabra ley, norma, premio o castigo;
refugios en los que perderse y encontrarse
en el mar o en la montaña,
al lado del mal llamado ecosistema
y que inspiren descansos  y leyendas, sonrisas
y nos demuestre que es ahí
donde se da la libertad verdadera;
espacios para la paz y el sosiego,
para la aventura y la imaginación
para las preguntas y respuestas
y para hacernos una verdareramente:
¿qué estamos haciendo aquí?, ¿podré ser feliz siempre?

Tiempo para nunca hacer nada
y para hacerlo todo al mismo tiempo.
-¡Qué pena hablar de espacios remotos!
-¡Aquí hay que irlos construyendo!...
El de aquí lo ve un horror,
el de más allá un sinsentido
otros me escuchan asustados
y otros ni siquiera me prestan sus oídos.
¿Será verdad que nos hemos acomodado?
Que el agua y el resguardo nos han privado de existir.
Tal vez sea el Miedo con su cara de Tarzán
el que ponga freno a cualquier riesgo innaudito...
Solo digo una cosa, mi aportación es esta:
¿y si nos preparamos para hacerlo realidad
en nuestros pueblos y ciudades?
Sé que es imposible, pero yo ya lo estoy haciendo,
aquí, ahora
en mis palabras y en mi pensamiento...

6/9/14

Hay veces...

          Hay veces que no hacen falta más esperas. El tiempo, villano, juega al escondite, mientras uno trata de sacarle una respuesta digna. Ha habido mejores tiempos, me dice, e intenta taparse los ojos para no ver. Está cansado. El reloj, siempre a su lado, va marcando sin descanso los dictámenes de lo que se cree es revelador, sin dejar hueco para la sorpresa. A golpe de tic-tac, monotonía en mano, no quiere girarse para revelar la sopresa del amanecer...
Mientras tanto en otra habitación, la magia se despierta de su letargo, aunque con sueño todavía mira sonriente las sábanas y ve su sombra grácil y sonriente. Se levanta, pasea con música por toda la casa, y concentrada y sensible crea de repente la pasión. Es de día, pero los tonos de los colores parecen más brillantes y el verde es verde de verdad. Por momentos se olvida de lo que va a hacer después y una energía resurge, alegre, desde el fondo de ella misma y la extiende por los espacios por donde pasa, la luz se convierte en fulgor y despacio, lentamente, va llenando algo inexplicable todos los objetos que toca: una mesa, un vaso, las paredes, la puerta que las une, sillas, alacenas, sillones, libros, cuadros. Hasta la lluvia que cae parece divertida y risueña, el sonido llega hasta adentro y perfora el corazón...
Al oír ese danzar contagioso aparezco de mi enfrascado mundo y salgo de mis pensamientos y me la encuentro desnuda y con una radiante felicidad. Las fronteras del tiempo paracen haberse disuelto y el tiempo da su beneplácito y me dice que todo está bien hecho, que ya no hay margen para los recuerdos y entonces me lanzo enamorado ante su sola presencia y siendo testigos el uno del otro, consumamos en nuestras manos la tenue e inefable armonía de la palabra y el silencio, y en secreto, contemplamos las maravillas que teníamos pendientes.