24/11/13

HOMENAJE A JULIO NIETO

 
Todas las tardes iba a contemplar su estatua favorita a la entrada del muelle. Era una representación realista, activa, sensual… si todas las pescaderas del pasado fuesen así bien valdría haber nacido en otra época. Tanto la amó en secreto que un día la besó, y ante la atónita mirada de los transeúntes cada día repetía la escena. El día que lo pilló la policía, el andaba casi desnudo ante ella intentándole quitar la ropa de metal y poseerla allí públicamente. Se lo llevaron enseguida, lo encerraron en el psiquiátrico por una temporada. Aunque mejoraba con los fármacos ese amor sensual lo tenía atrapado, neutro, cautivado, sin atender a razones. El día que mejoró abandonó a su amante por una de verdad. Era ella otra víctima del riesgo, del febril riesgo de las pasiones y el amor desbocado. En cierto lugar de la autopista por la que transitaba diariamente, un sujeto anónimo coloca frases originales y a escala, que puedan ser leídas por el coche desde el que uno va. Ella lo vio claro un día. Como en el cartel de la autopista ponía la expresión, ¡Abrázame!, se olvidó de tomar la curva y aceleró a fondo su potente 4x4. No murió de milagro. La llevaron al psiquiátrico enseguida. Allí se conocieron ambos y allí su destino quedó claro para siempre. El amor brotó desde la misma bendita locura que les vio nacer a los ojos.
El pronóstico mejoró tanto que un día y sin casualidad salieron de la mano para celebrar su renacida cordura. Eligieron un restaurante en el norte y aunque esta vez fueron en guagua, de camino no dejaron de ver otro cartel que ponía, “Ama desde el corazón”, ni tampoco se olvidaron de visitar la estatua de la pescadera. Sobre sus hombros apoyaron sus cabezas y guardaron una foto para la memoria. En el lugar que aconteció todo ya no recuerdan nada, cada día es un deambular de turistas y viajeros. Sólo los paseantes, solo los buenos observadores del alma tienen que tener cuidado para no caer en el embrujo de la estatua y para no girar el volante en la curva que anuncia cada semana una frase que invita a salir de la apatía y nos conduce, a todos, a estados más próximos a la felicidad que a la monotonía.

14/11/13

El agua se escapó un día.

El agua se rebeló un día. De los grifos y las tuberías retrocedió a los depósitos y a los termos siguió avanzando y dio con la llave de paso. La forzó sin muchas complicaciones y liberada ya de las ataduras corrió divertida y alegre, como un torrente de risas al salir de la clase en hora de recreo. Largo fue el camino hasta dar con el manantial que la vio nacer un día. Al calor materno del que llega a casa sin avisar se pasó jugando a desbordarse y rodearse de calor atrapada por los vaivenes del viento, formando un surco y progresando en el desvarío ordenado del río que nace del afluente melifluo. También en el aventurero plan, peligrosa idea que dejaba al pueblo sin recursos acuíferos, probó su última hazaña. Subió en transparente parapente a las cimas de lo conocido y allí estuvo saboreando las alturas, apretujada y condensada y vestida con un traje gris. Después de esa feliz aventura soltó una larga carcajada, estuvo riendo por horas. Unos la llaman lluvia, otros desenfreno. Y así es como acabó la historia feliz de la llamada agua, lo que para otros es la escucha limpia del agua bendita. Bendita por su condición, por su rebeldía, por su alocada aventura y por cómo se divierte acariciando las fronteras de lo indecible.

6/11/13

Otro maestro de la voz y la palabra puras.


Juan Ramón Jimenéz y su poema Espacio.
(Tómense unos minutos para disfrutar de su lectura siguiendo la audición del propio Juan Ramón)