23/11/16

El nº 17




No dudó. Se precipitó sobre la almohada tratando de matar al mosquito. Encendió la luz, y sus ojos, y volvió a escuchar el ajetreo de la Navidad: sonidos infantiles, risas progresivas, jinglebells de la temporada pasada. Todo era diabólicamente mezquino. Él tenía fobia social y esa noche iba a tener su primera cita. Anochecía y, aunque no era la hora de dormir, quería olvidar o hacerse fuerte, tal vez fuera esa la oportunidad de su vida para alejar el caos y encontrar la paz bajo la tranquilizadora mirada de Matilde. ¿Era su nombre real o sólo un nick? Le dio igual, se aseó, se vistió con ropa, tan poco actual como los villancicos que escuchaba, y con el corazón al ritmo de una zambomba trató de respirar.
Fuera, un grupo de teatro amateur celebraba su peculiar "noche en blanco". Las carcajadas se sucedían en torno a ellos. Como diez universitarios, vestidos con esmoquin y trajes de noche de diferentes colores, llenos de confeti y ataviados con matasuegras recibían al 2017 un poco pronto. Diciembre y sus compras no había aparecido en el calendario del teléfono móvil. Risas y risas, calle arriba. La complicidad se hacía manifestación. Se pararon en el número 17 de la calle principal y ahí iba a terminar la performance.
En la 4ª planta del mismo número, el intranquilo enamorado había encendido y apagado las luces del salón varias veces. Luego había seguido con la puerta de entrada. Bajó las escaleras sin encender la luz pensando que era una manera de retrasar el contacto. Con pisada débil, descendió las escaleras ceremonioso y con recelo, porque en su mente seguía oyendo las extravagancias navideñas. Pero a medida que se acercaba al exterior se hizo silencio. Fuera, los actores culminaban el espectáculo. "Un minuto de silencio por el 2016", decían. Justo lo que el tardó en soltar el pasamanos y aproximarse a la puerta principal. Por un instante pensó que las calles se habían vaciado, pero no le cuadraba porque oía risas a destiempo. Coincidió el segundo 60 justo cuando abrió la puerta y todos los ojos le miraron, fue el sonido de la puerta cerrándose lo que le delató: "feliz 2017", le dijo una actriz, dándole la réplica. Levemente sonrió. Y toda la calle mirando en todas las direcciones respondieron al unísono: "¡feliz 2017!", mientras sus pies gravitaron por primera vez en la calle, fusionándose con la multitud.