24/12/11

Sin querer ser pesimista...

La Navidad es un rostro solidario, sin cabeza, palabras huecas, ¡frases cargadas de sentido!
Es el tiempo de Dios y del becerro de Oro, de pesebres, de improvisadas camas en las puertas de los portales.
Caras largas, caras tristes, apenadas cargas que sonríen; polvorones, loterías, el espíritu de la fiesta espera.
Y entretanto se hace el agosto en diciembre y se vuelve a celebrar la Pascua, el año escolar compite con su madrastra la Nochevieja; y los peces beben, el Surrealismo acampa.
La madre, el padre, la mula, el cuñado, ¡toda la parentela! se acerca, se engalanan, se perdonan, se ríen, se quieren. ¡Se goza!

La magia no existe: se crea, la creamos, la vestimos, la educamos, aunque sea con un pobre traje de domingo y aunque solo salga a pasear cuando su padre el reloj y su mamá la sonrisa decidan, unánimemente, sincronizar la rutina con la espontaneidad.
Sin querer ser pesimista... ¡Feliz Navidad a Tod@s!

13/12/11

Otra inefabilidad

El Sutra del Corazón
Traducción: José Silvestre Montesinos
Avalokiteshvara, el Bodhisattva de la Compasión, meditando profundamente sobre el Entendimiento Perfecto, descubrió que los cinco aspectos de la existencia humana estaban vacíos*, liberándose de este modo del sufrimiento. En respuesta al monje Sariputra, dijo lo siguiente:
El cuerpo es tan solo vacío,
el vacío no es más que el cuerpo.
El cuerpo está vacío,
y el vacío es el cuerpo.
Los otros cuatro aspectos de la existencia humana:
Sentidos, pensamientos, voluntad y conciencia,
también están vacíos,
y el vacío los contiene.
Todas las cosas están vacías:
Nada nace, nada muere,
nada es puro o impuro,
nada aumenta o disminuye.
Así pues, en el vacío, no existe el cuerpo,
ni las sensaciones, ni los pensamientos,
ni la voluntad, ni la conciencia.
No hay ojos, ni oídos,
ni nariz, ni lengua,
ni cuerpo, ni mente.
No hay sentido de la vista, ni del oído,
ni del olfato, ni del gusto,
ni del tacto, ni de la imaginación.
Nada puede verse o escucharse,
olerse o gustarse,
tocarse o imaginarse.
No existe la ignorancia,
ni el fin de la ignorancia.
No existen la vejez y la muerte,
ni el fin de la vejez y la muerte.
No existe el sufrimiento, ni la causa del sufrimiento,
ni el fin del sufrimiento, ni un camino a seguir.
No existe el logro de la sabiduría,
ni ninguna sabiduría que lograr.
Los Bodhisattvas confían en el Entendimiento Perfecto,
y, libres de todo engaño,
no sienten ningún miedo,
disfrutando del Nirvana aquí y ahora.
Todos los Budas,
pasados, presentes y futuros,
confían en el Entendimiento Perfecto,
y viven en la iluminación total.
El Entendimiento Perfecto es el mejor mantra.
El más lúcido,
el más elevado,
el mantra que elimina todo sufrimiento.
Ésta es una verdad fuera de toda duda.
Dilo así:
Gaté,
gaté,
paragaté,
parasamgaté.
¡Bodhi!
¡Svaha!
Que significa...
Partir,
partir,
partir a lo alto,
partir a lo más alto.
¡Iluminados!
¡Que así sea!

* Vacío es la traducción habitual para el término Budista Sunyata (o Shunyata). Hace referencia al hecho de que ninguna cosa, incluida la existencia humana, posee una sustancia verdadera, lo que implica que nada es permanente y que nada es independiente por completo del resto de las cosas. En otras palabras, todo lo que existe en el mundo está interconectado y en un fluir constante. Por tanto, una correcta apreciación de esta idea nos libera del sufrimiento causado por nuestro ego, nuestro apego y nuestra resistencia al cambio y a la pérdida.
Nota: “Entendimiento Perfecto” es la traducción de Prajnaparamita. El nombre completo de este sutra es El Corazón de Prajnaparamita.

9/12/11

Sobre Semántica Textual

Si la Semántica es la disciplina de la lingüística que se ocupa sobre el significado de las palabras, no pretendo aquí hacer una disertación teórica sobre sus fundamentos. Considero, casi sin equivocarme, que no hay nadie en este planeta, actualmente, que lo haya dicho todo tan bien y tan claro, como el lingüista, filósofo del lenguaje, gramático o filólogo (cualquier denominación le vendría perfecta), Don Ramón Trujillo Carreño, Catedrático Emérito por la Universidad de la Laguna (España) y con un sinfín de reconocimientos nacionales e internacionales.
don Ramón Trujillo
Don Ramón sigue trabajando actualmente, aunque ya jubilado, y sigue escribiendo libros, el último, La Gramática de la poesía, es una disertación sobre la semántica de las Bellas Artes, continuando el trabajo de Alain. Pero es quizá, el problema del significado de las palabras el aspecto de la Semántica con el que Don Ramón se ha sentido más cómodo demostrando una profundidad y una visión incisivas a la par que inusuales en el mundo académico y referencialista en el que se mueve todavía la Lingüística. Recomiendo uno de sus libros: Principios de Semántica Textual, en el que los lectores podrán encontrar pruebas fehacientes para entender de una vez qué es el significado de una palabra (que no es lo mismo que la definición de los diccionarios ni tampoco el referente al que supuestamente trata de representar la palabra en sí).
Por lo tanto, me limitaré a parafrasear algunas de sus ideas, resumiéndolas, claro está, y adaptándola a ejemplos actuales.
Todo el mundo entiende que las palabras nombran la realidad, aunque a su manera. Si nos ponemos a pensar seriamente descubriremos que las palabras no reproducen la realidad (este el error más habitual), sino que la crean, escogen aquel elemento o elementos de la realidad agrupándolos (según el criterio del hablante o de la comunidad) y vehiculándolos por medio de la palabra. La palabra no es una nomenclatura, podría ser un concepto (como decía Saussure), pero tampoco lo es. Porque conceptualizar la realidad depende del observador, y no hay nada a priori que diga que los elementos (a, b, c, d) deban agruparse en una sola palabra. Para otro hablante (otra comunidad u otra lengua), la manera de agrupar conceptualmente podría ser otra (b, c, d), para otros (a y d) y para otros (a, b, c, d y e). Cada objeto que la palabra “reproduce” no es el objeto en sí, ni es nada inamovible, solo es una manera de ver al objeto como podría ser visto de otra manera (desde abajo, desde un costado, etc.). Don Ramón suele poner mucho este ejemplo: la palabra “árbol” tiene como referente a: todo vegetal que tenga cierta altura y el tallo leñoso. Pero, ¿qué pasaría si un hablante decide conceptualizar la realidad de la siguiente manera: que sea “árbol” todo aquel vegetal que dé frutos. De esta manera pertenecerán a la misma palabra un roble que una zarza (aunque esta última no tenga el tallo leñoso y no tenga cierta altura pero sí tenga a las moras como su fruto). Alguien pensará que estas discusiones son discusiones artificiales, de salón. Temo decirles que se equivocan, estos ejemplos están tomados de la realidad, y pasa dentro de una misma lengua y en diferentes lenguas entre sí. Es por eso, que la traducción entre dos lenguas es casi imposible, porque la conceptualización de la realidad es distinta.
El ejemplo dado hasta ahora nos permite decir que el significado de la palabra no puede ser un concepto, ni puede ser universal. Es solo una manera de ver la realidad. Sin entrar en más profundidades entenderemos que los diccionarios recogen los referentes que  la comunidad de hablantes le va dando a las palabras y que por lo tanto una cosa es la palabra y otra bien distinta el referente en sí. Por lo tanto, podríamos ver, ahora, que la palabra, en cierta manera, y en todos los casos, no deja de ser una metáfora, metáfora con diferentes manifestaciones (las acepciones de los diccionarios), metáfora que si se fosiliza se convierte en término usual o habitual, sin poder ver la relación naturalmente poética (o creativa) que la emparentó con el/los referentes a los que quiso dar vida.
De esta manera todos entendemos que la expresión “estoy muerto de hambre” no deja de ser una metáfora, como tampoco lo deja de ser la diferencia en español entre el “ser” y el “estar” por ejemplo. Además de ser metáfora (por ser un concepto de entre mil o un millón), cada palabra se refiere  y a determinadas cosas o referentes que forman parte de nuestro mundo La palabra silla (metáfora también, aunque fosilizada) se referirá en una de sus acepciones al “asiento individual”, al objeto sobre el que descasamos de la verticalidad. El “asiento individual” será su significado denotativo, la cosa, aunque no significado, que como ya hemos visto, es imposible de definir o de aprehender. También, las palabras, tienen un significado connotativo, como en el caso de la palabra negro (referido a una persona). Desde el punto de vista denotativo la palabra negro se referirá al color oscuro de su piel, pero desde el punto de vista connotativo (que no deja de ser una valoración personal de los hablantes) la palabra podría resultar mal vista porque entraña cierto grado de racismo, aunque desde el punto de vista denotativo sea inmaculada. Podría decirse que la palabra “negro” es lo que es y estaríamos en lo cierto. Sólo si entramos a valorarla alguien podría dar la opinión, que en ese contexto (referida a la persona) no sea válida. Lo mismo sucede con la palabra “amante”: denotativamente se refiere a la persona que ama y también a la persona que tiene un idilio con otra. Lo curioso en este caso que la palabra amante tiene la connotación, actualmente, referida a la segunda acepción y por lo tanto a todo lo vinculado con la infidelidad. Nadie vincula connotativamente la palabra amante al “oficio” de amar, como proyección del participio de presente latino.
Dicho esto, valoremos ahora un par de expresiones que me han estado llamando la atención en estos últimos tiempos. En primer lugar empezaremos por la palabra de moda: “mercados”, referida al ente que maneja los hilos de la realidad económica nacional y supranacional. ¿Se puede ver mejor ahora que la palabra mercados no es nada sino una metáfora? Lo curioso, es que en este caso (como ya dije en la entrada anterior) y estando en una sociedad tan referencialista como la nuestra, donde a cada metáfora se le tiene que encontrar un referente, no nos matemos a buscárselo a esta palabra en cuestión. Podríamos decir que la economía hace poesía con nosotros, y sin miedo a equivocarme así lo veo y nos lo demuestra cada día. ¿Nos damos cuenta que mercados no deja de ser una metáfora más, que esconde una realidad tan evidente como el objeto al que se refiere la palabra silla? Pero en fin, allá cada uno, todo el mundo es libre (metáfora), aunque cada uno le ponga un precio a su libertad: silencio, complicidad, denuncia, etc. Lo dicho, que si alguien le encuentra el o los referentes a esta palabra tan poética me avise, por favor. Quiero aprender qué son. No me conformo en esta ocasión con nombrarlos.
Otra expresión curiosa es la siguiente: la “quita” de la deuda a Grecia. Curioso no, no dejen de ver ahí otra metáfora, porque yo me pregunto, ¿por qué en este caso se llama quita y a los países del Tercer Mundo que se les perdona la deuda se les llama condonación? ¿No se la están quitando parcial o totalmente en ambos casos? ¡Juzguen ustedes!
Termino, os recomiendo el libro de Don Ramón Trujillo (Principios de Semántica Textual), en él podréis encontrar poderosos razonamientos, múltiples ejemplos y un profundo análisis filológico-filosófico y lingüístico, por supuesto. Este artículo, entrada, o como se llame, no deja de ser sino un agradecimiento y admiración hacia su figura, en la que tanto he aprendido y de la que tanto sigo aprendiendo.

7/12/11

¡Ya está bien de tanta tontería!

¿Alguien me podría explicar, dentro del contexto económico actual, qué son los llamados “mercados”? ¿Puede alguien decirme quiénes son? ¿Grupos de personas?, ¿conglomerados de empresas? ¿qué tipo de personajes son los que mueven la economía, y que sin escrúpulos son capaces de que un país se vaya a la ruina en semanas o en días? “Siento”que haya alguien que tenga la respuesta y que esté leyendo esta entrada y se sienta aludido, aunque visto lo visto (en Grecia, Irlanda o Portugal, entre otros) lo duro sería que no se sintiera aludido o por lo menos no hiciera el “mea culpa” y se dedicara a otra profesión.
Del problema de la denominación de términos como “mercados” hablaré en la siguiente entrada. Considero que es un problema lingüístico en primera y última instancia Ahora sólo voy a hablar de uno de los rostros de los mercados. Pinchen el enlace y véanle la cara, miren como adquiere forma. Léanlo detenidamente y tómense tiempo, es un reportaje, no es un simple artículo. (Ver enlace).¡Increíble, verdad! Lo más asombroso de todo es que el autor del reportaje escriba desde la frialdad más absoluta y no se manifieste, éticamente, en la mayoría del reportaje. Veamos el segundo párrafo: <<Los robots-inversores no tienen la culpa del desplome de las Bolsas ni del aumento de la prima de riesgo de España. A las máquinas solo les interesa la velocidad. Pasan olímpicamente de los fundamentales económicos. Son como los pistoleros del Lejano Oeste: gana el más rápido en desenfundar. Sus operaciones duran un suspiro y, por tanto, no generan tendencia alguna en el mercado, ni alcista ni bajista>>. Tengo que entender y comprender, por tanto, que los robots, máquinas, algoritmos matemáticos, o lo que sea, saben operar en bolsa y no generan malestar en la economía. Dicho de otra manera, ¡son éticos! Pero curiosamente, en la siguiente frase del segundo párrafo se dice lo siguiente: <<Aspiran a hacer dinero en cualquier contexto>>.
¡Ya está bien de tanta tontería! Si aspiran a hacer dinero en cualquier contexto, no tienen escrúpulos, ni ética, ni rigor. Simplemente. ¡Ya está bien de tanta estupidez! ¡Por Dios!
Intuyo y temo, visto este reportaje, y lo poco que sabemos de los llamados “mercados” que nunca sepamos verdaderamente qué son ni quiénes lo forman. Lo más llamativo del llamado “sistema” consiste en dar por consabidas y por elementales cuestiones de verdadero interés para la mayoría de las personas que formamos el “sistema”. Silenciando elementos importantes del sistema y envolviéndolos de misterio crean la duda y la necesidad de cuestionar otros aspectos del sistema que son perjudiciales: “el estado del bienestar”, por ejemplo. Lo más curioso de todo es que cualquier persona que intente reflexionar un poco sobre los asuntos sobre los que estamos hablando se le tacha enseguida de “antisistema”, con el valor despreciativo que ya la palabra tiene. Como se ve, al final, todo queda reducido a una cuestión de lenguaje, o de semántica. Por extensión, todo el mundo sabría decir qué supondría ir en contra del sistema, y nadie, casi nadie tiene claro qué son “los mercados”. ¡Qué curioso!

3/12/11

¿Cambiar el paradigma educativo?

He recibido el siguiente vídeo hace dos días y me ha llamado mucho la atención.
Aunque coincido en algunas cosas, no creo que para hablar sobre un tema tan serio sea necesario ir dibujándolo, sé que es muy creativo pero tiene mucho de espectacular, si no véase el zoom final proyectándose en todo el dibujo como si fuera un gran logro. Anécdota aparte, el autor expone tres cosas que son discutibles, a ver:
  • En primer lugar, dice que la generación anterior a la de los adolescentes actuales sabía que si estudiaba tenía un puesto de trabajo, mientras que los chicos actuales se sienten desmotivados y no estudian. Y yo me pregunto, ¿es culpa de los chicos/as o del sistema educativo, o del propio sistema que les engaña y no les da esperanzas?
  • La segunda cuestión reseñable tiene que ver con el apartado relacionado con lo académico. No soy muy academicista, este argumento que vaya por delante, pero creo que entraremos en un problema si nos olvidamos que existe algo llamado Historia, Tradición, Clásicos o Fuentes. Si el estudio es sincrónico y no tiene en cuenta a la tradición, mal vamos. Pero esto es bastante común actualmente: el rechazo por completo a todo lo que no sea inmediato, audiovisual y/o tecnológico.
  • El tercer aspecto a comentar trata sobre la vocación, a la que el autor decapita en un par de ocasiones, rechazándola y haciéndola caer dentro del pensamiento lineal, tan rechazado por éste. Creo que tampoco es muy moderno decir que existe algo llamado vocación, es más fácil cuestionarla, pero… ¿qué se propone a cambio?, ¡nada! ¡Curioso no! ¿Se querrá decir que cualquier persona sirve para cualquier trabajo? Esto reduciría el paro ¿verdad? Sin embargo, esto me recuerda dos cosas: el refrán, –aprendiz de mucho maestro de nada- y la cosificación de un ser humano en una tuerca, como parte de un engranaje, y si una tuerca no sirve se sustituye por otra.
Pues eso, hay que tener ojo con los pedagogos-visionarios. ¡Me dan miedo! El problema de la Educación no puede ser entendido desde la Educación, sino en un contexto mayor. Recomiendo el libro La Escuela de la Ignorancia de Jean-Claude Michéa, de la Editorial Acuarela (que me ha recomendado hace poco un seguidor del blog), no se puede decir tanto y tan bien en tan poco.

2/12/11

Pasado presente

Hace más de década y media un profesor  en el instituto nos hizo “examen”  que tenía una única pregunta: Una reflexión sobre el hombre, la persona y la personalidad. Después de entregarnos la nota, hizo lo mismo con el examen, y lo guardé. Sinceramente ¡no sé cómo! todavía lo conservo. Hace una semana, ordenando papeles, lo vi y miles de recuerdos me sacudieron como un vendaval. Lo voy a transcribir, tal cuál, y luego haré una serie de consideraciones en torno a él y a lo que ha significado lo escrito desde el punto de vista experiencial.
Reflexión:
El hombre desde muy antiguo y, apoyado por muchos autores es considerado un “homo sapiens” distinguido de resto de animales por su racionalidad  y también por ser el centro del Universo. Pero la palabra hombre, se queda como un concepto en el que se incluyen tanto mujeres, niños, hombres, ancianos, etc. Además de ser un concepto muy amplio es una palabra como la de hombre, muy fría, para catalogarlo aunque sea conceptualmente. Aterricemos más el concepto hombre y veremos que dentro de este concepto, se encuentra miles y miles de personas. La persona es por tanto un ser racional y “espiritual”, etc., que tiene o está formada por un conjunto de valores disponibles y que además se relaciona con los demás y en la medida que aumenta la relación con los otros la persona se va construyendo, etc.
Pero aunque lo hemos aterrizado más, el concepto sigue siendo amplio ya que todas las personas que están dentro del concepto hombre son iguales. Por tanto, ¿qué es lo que nos diferencia de los demás?, ¿qué es lo que nos hace ser tímidos, extrovertidos, miedosos y de duro carácter?
Es sin duda alguna la “personalidad”. La personalidad se forma con la unión de “carácter” y “temperamento”.
Temperamento: es la base constitucional de la persona, basada en la herencia biológica y que es difícil de modificar.
Carácter: es la base psíquica de la personalidad. Es un conjunto de hábitos que se han ido aprendiendo durante la vida.
Aunque tengamos personalidad no siempre actuamos de acuerdo con ella, muchas veces es imposible sacarla a la luz y otras cuando intentamos sacarla es evaluada por los demás y quitada de nuestro interior implantándonos la “suya” o simplemente su opinión: “no hagas esto…”, “evita lo otro”. Se le llama teoría humanística.
Nuestra vida es movida por la personalidad ya que nos diferencia, nos hace libre, esclavos o simplemente nos relaciona con los demás. La personalidad de una persona puede enriquecer a la vida de las demás personas.
El profesor me puso la siguiente nota: “impreciso pero bien”. Nota que acepto y que acepté (supongo). Lo que más me llama la atención de este escrito es la necesidad que tenía (y las ganas) en aquel entonces de pensar sobre el mundo que me había tocado vivir. Por esa razón le tengo cariño, porque era muy joven, un adolescente, y veo bastante esfuerzo en el propio texto. Lo siguiente que me llama la atención es la preocupación clara por los aspectos relacionados con el lenguaje, ya intuía cómo las palabras podrían acercarnos y distanciarnos de los fenómenos. El lenguaje no solo es una herramienta como solemos decir habitualmente. El lenguaje es el mundo. Pero quizá, lo más sorprendente y mágico de esa reflexión tiene que ver con el núcleo: la personalidad, el carácter y el temperamento. ¡Qué curioso!, la verdad es que llevo 5 años interesado y preocupado por conocer/me a través de una teoría psicológica de carácter humanista (¡qué curioso!), la Biogestalt, (ver enlace), muy centrada en el estudio del ser humano a través no de su conducta, sino de sus patrones caracteriológicos, puesto que estos serían como algo así como la coraza que no deja salir la esencia propia de cada uno. En la Biogestalt (suma, entre otras corrientes, de Bioenergética y Gestalt) se forma una visión global del individuo, holística (como se diría ahora) y se hace hincapié en la comprensión de los fenómenos que forman a un individuo de una manera, y a otro de otra. Se habla pues, de carácter y de temperamento. Lo más curioso de todo es que mi reflexión, entendida de adolescente pero no comprendida, es una definición mínima pero aceptable y válida para mí, en este momento de mi vida.

27/11/11

La fiesta de la democracia

Hace una semana en España tuvimos elecciones al Parlamento. Solo hace una semana. Durante el mismo día del domingo, pero hace siete días, los periodistas, los políticos y un buen sinfín de adeptos a la causa hablaban de “celebrar la fiesta de la democracia”. Se les llenaba la boca con el acto de ir a votar, con la elección ciudadana y un largo etcétera. Todo el ambiente era festivo. Todo era una ¡fiesta!
Ha pasado una semana y Rajoy, nuestro candidato ya electo, dice que “no es el momento para fiestas, España no está para eso”, (ver enlace). Como este artículo no va por aquí, omitiré decir algo sobre tan estimable y loada voluntad. Lo cierto es que no quería hablar sobre lo que Rajoy dice una semana después de haber dicho lo contrario. Hablaré pues sobre lo que no han dicho.
Entiendo por fiesta a la celebración de unos con otros sobre un hecho una circunstancia en común: en este caso el objeto es bien fácil, la democracia. Pues bien, ¿alguien me puede decir en qué fiesta me han metido, cuando en la declaración de Objetivos del Mileno de la ONU del año 2000, se plantean como objetivo a desarrollar en este milenio que ya entramos la enseñanza Primaria universal? ¿No sería motivo de fiesta decir que en el próximo milenio todos los ciudadanos del planeta tendrán estudios superiores, bien sea en la Formación Profesional, en la Universidad, o en las distintas manifestaciones educativas que se propongan para los próximos 1000 años?
¿A qué macabra fiesta tengo el orgullo de asistir? Luego tienen la desfachatez de decir que los objetivos a conseguir tendrán como meta el año 2015, es decir dentro de prácticamente ¡ya!. Y si fuera así, ¿porque los llaman objetivos del milenio?
No puedo formar parte alegremente de una fiesta a la que se me invita y luego se me cierran las puertas, una fiesta de ricos que dura 15 años nada más. Una fiesta hecha para ser celebrada y que tiene a “la semana” como fecha de caducidad. Una fiesta… En fin, la fiesta de lo macabro.

26/11/11

José Abad

Esta es una foto de una escultura de José Abad. No recuerdo el título de esta obra, pero sé que en ella se aludía indirectamente al progreso. Lo más destacable de la imagen son los pares de formas cónicas que representan a las piernas de dos personas. En la parte superior se superpone una estructura que parece aplastar la humanidad de aquellos. La parte superior está formada por una estructura cilíndrica que recuerda a los cañones y a toda la familia de los objetos que persiguen la destrucción.
Lo que más me ha impactado es la superposición de una estructura sobre la otra, el aplastamiento, por decirlo así.
José Abad

14/10/11

Inefabilidades

                                                                                     Estalla el jarro de agua
                                                                                     (ha helado esta noche)  
                                                                                                     Me despierta
¿Qué es la poesía? -preguntó el sacerdote.
-Es el misterio inefable -contestó Yuko.
Una mañana, el ruido de la jarra de agua al estallar
hace germinar en la mente una gota de
poesía, despierta el alma y le transmite su belleza.
Es el momento de viajar sin moverse. Es el momento
de ser poeta.
No adornar nada. No hablar. Mirar y escribir.
En pocas palabras. Diecisiete sílabas. Un haiku.
Una mañana, nos despertamos. Es el momento
de retirarse del mundo para que nos sorprenda
mejor.
Una mañana, nos tomamos tiempo, para
vernos vivir.

Nieve, Maxence Fermine

27/8/11

La búsqueda (Relato)

(Este relato lo escribí hace más de diez años; me da un poco de vergüenza ponerlo pero le he cogido cariño, porque lo hice con voluntad más que con pasión y le he encontrado muchos errores; pero en fin, si tenéis paciencia, aquí os lo dejo; por cierto, por aquel entonces leía muchísimo a Borges y a un tal Lovecraft, y su misterioso libro, el Necronomicón. Creo que ambos me influyeron, para que saliera esto). ¡Tened un poquito de piedad!,  ;-)
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La búsqueda
-¿Dónde está la nota?, ¿donde la habré puesto?...,- pensaba-, mientras callado decidía si se adentraba en la aritmética, o si por lo contrario encontraba los paralelismos que tanto había buscado entre la poesía de Kipling y la prosa de Sthendal. De momento concentraba todas sus fuerzas en admirar como la reacción del nitrato de plata expedía un color anaranjado y un tufillo algo repugnante. Le daba igual, todo ese ambiente que se respiraba en aquella habitación era el placer máximo y una necesidad. Encontrarse sumergido en lo maravilloso del saber le producía una sensación, que era distinta de todo lo que había conocido hasta ese momento. Había acondicionado una habitación ideal. Según sus predicciones las medidas de ese habitáculo en el que se encerraba todo el tiempo posible, tenían que tener unas proporciones muy precisas: 54 metros. Además las paredes debían de ser blancas, para que se destacase el color amarillento de sus notas que irremisiblemente y de manera permanente inundaban aquellas paredes. Había organizado los instrumentos del laboratorio de manera que cada uno estuviese a mano en el momento que necesitase echar mano de una base o de cualquier otro compuesto, y al lado de ellos, la calculadora (que más bien parecía una computadora infernal) con la que esperaba hallar el algoritmo perfecto, aquel que solucionase de una vez los problemas que los ingenieros habían tenido para averiguar el sistema que conseguía la conjunción de otros pequeños subsistemas, que entrelazados entre sí, formaban el programa que él llamaba algo así como el transpositor de, cuerpos solidos e intagibles (o eso me dijo). En un armario algo desvencijado, que recordaba más a una alacena, guardaba los instrumentos de física, y los aparatos que le permitían practicar en pequeños animales las nociones mínimas de cirugía que Alterio le había enseñado (el gran maestro, el gran pero insondable maestro). Sin embargo lo que más le atraía era la biblioteca que de manera majestuosa se elevaba por toda la habitación. Serpenteando, por las paredes, guardaba varios cientos de ejemplares de lo que el llamaba, lo fundamental-accesible (tenía palabras y menciones de este tipo), los que le conocimos, siempre dijimos que carecía de la dulzura de los grandes maestros de la palabra, pero nunca dejamos de reconocer ese vaho de presunción admirable, con la que se dirigía hacia las cosas por las que sentía fervor. Esta patética expresión acerca de lo real, escondía un deseo de llegar a la búsqueda del lenguaje compacto, aquel que aunaba la metaforización constante y el terco y vulgar sentido lineal de las palabras. Todo en él era teorización, interiorización y búsqueda. No es de extrañar que llorase, como lluvia ácida, cuando desdichado, maldecía el mundo por no encontrar el motivo de todas sus investigaciones, de todos sus ansiados pensamientos. En él todo convergía en un punto, la habitación y el libro. Con ellos era feliz, porque había sabido encontrar un equilibrio psicosomático, que sólo había intuido de manera teórica, en las nociones freudianas que tanto había ojeado.
Pero todo tenía que cambiar, ¿por qué el misterioso e impenetrable Alterio le descubrió aquella mañana los secretos de ese mundo interior, y le llevó por el camino del que sólo él era consciente? El insondable maestro como así le llamaron y así lo conocí, era el mentor de Globe, quien nunca sospechó el trasfondo inevitable que escondía sus innovadoras ideas. Como buen perro faldero, nadaba entre sus pensamientos y se dejaba seducir por la idea de acercarse a la búsqueda de la verdad. ¿Qué verdad?, nunca la supimos, sólo nos enteramos que andaban al acecho de no sé que idea globalizadora, que prometía un futuro realmente abierto, para las almas que vagaban por el mundo a la caza del saber. Sí, porque para estos, los que irremediablemente seguían esos pasos era una caza, dónde el primero que lograse la pieza codiciada conseguiría el premio de la verdad, de la sabiduría (no sé que tipo de sabiduría podía lograrse mediante la iracunda y frenética persecución de las ideas, pensaban ellos y yo). ¿Por qué le hizo caso?, ¿Por qué no aceptó consejos más acertados? En fin.... él lo quiso.
La mañana de un día cerrado y oscuro se dirigió, el bueno y aplicado Globe, a la cita de una interesante proposición. Día antes le había llegado una invitación de su leal maestro y amigo, para mantener una reunión que iba a prometer la revolución más importante de su vida. El contenido de la carta nunca se supo, sólo se conoció, muy posteriormente, que estaba redactada en provenzal y que incluía la insinuación de una especie de felicidad adelantada, acompañada de la dirección de un local que iba a servir de punto de encuentro.
Puntual como de costumbre, dejó por un momento su ansiada habitación, y acudió a la cita. Pero, ¿qué sería lo que escondía esa dichosa carta que interrumpía su constante labor intelectual? Esto le provocaba un estado de alteración constante, que parecía no tener freno, sino la idea de anticipar el contenido de esa reunión. Los que le conocimos nunca nos imaginamos un desenlace tan truncado.
-Te estaba esperando, siéntate, siéntate, que pronto nos acercarán café y un zumo con multivitaminas-. Los dos habían llegado a la conclusión de que el desayuno se debía corresponder con las necesidades neuronales que el cuerpo pedía, y no con las biológicas. En un tratado de psiquiatría, habían leído que la acumulación y la conjunción de ciertas vitaminas, combinadas con una dosis de café de moka (importado directamente de Arabia), estimulaba la corteza cerebral, permitiéndoles realizar operaciones muy diversas y simultáneas.
-¿qué ha sucedido?, ¿lo tienes?, enséñamelo.
-ahora no, parece que el local está llenándose.
-¿lo has abierto?
-aún no, espera tan sólo a que pase la tormenta, y luego te explicaré, en mi casa cómo se ha de proceder…
El asunto no tenía porqué habérseles ido de las manos. ¿Quién hubiera sabido que Globe sólo sería un servidor de la causa de la que formaban parte? Eso era imposible de saber, por lo menos a priori. -Hemos llegado, afirmó-. Ya en la casa del maestro, cerraron la puerta sin forzar los goznes para que no chirriase, y con la cautela de que su tono de voz no denotase prisa, ni misterio ante el asunto que iba proponer, se dirigió con paso equilibrado y sonoro hasta donde el discípulo le aguardaba de pie.
Con el tiempo, parece que las cosas cobran una lógica y una interpretación más convincentes, pues hasta hace un año nunca se supo con certeza, en que lugar de la casa se habían desarrollado los acontecimientos. Esto, aunque es un pequeño dato aislado, demuestra la constante curiosidad con que nuestro círculo reparó en todos los detalles del acto. Una vez que se averiguó la versión del maestro, la gente empezó a sospechar de que su verdad (su hipnótica verdad) contenía muchas incongruencias. Muy posteriormente se encontró una prueba que atestiguaba que todo había sucedido en la habitación, pero en la del maestro Alterio, similar a la de su pupilo. Lo único que se tiene confirmado es que el último sitio con el que tuvo contacto, el confiado Globe, fue con una habitación rosada, que infundía paz (quizás por ello la mandó a pintar) y con un gato siamés, que ronroneaba bajo los pantalones del maestro.
-Todo está dispuesto, adelante-.
-Cuando quieras-, contestó Globe.
Llevaba años, (que digo) lustros, y hasta decenios. Se diría que todo su árbol genealógico venía siguiendo, de alguna manera, la pista que de alguna forma le condujera al lugar que todo lo funde y que todo lo encoge y alarga. El infame maestro trató toda su vida, desde que recibió la señal, de coincidir todo lo que había aprendido y todo lo que le faltaba por saber, en un solo punto, que combinado con la sabiduría del Libro le iba a revelar los secretos de todas las eternidades. Alcanzaría con él la sabiduría completa y el descubrimiento de todas las verdades (hasta las que parecían más veraces aún), y todas confluirían en una. Por ello, no había descansado en los decenios en que había estado ocupado con esta idea, buscando de manera afanosa, la ubicación del Libro, que toda la tradición siempre había deseado.
En una vieja habitación, anexa a la Biblioteca de una calle poco transitada, encontró este magnifico ejemplar (parece extraño que haya averiguado el lugar donde permanecía oculto, pero lo que se dice es que tanto el propio Globe estaban predestinados a que les sucediera eso). Era de tapas oscuras, y aunque nunca le dijeron como funcionaba el se aventuró a tratarlo como si fuese un comic viejo y arrugado. Lo manoseó y notó, desde que su tacto rozó la portada y la contraportada, una familiaridad y una seguridad excitantes. Sabía, eso sí, que no debía abrirlo hasta que no se completase el ritual, puesto nunca se sabría la reacción que se formaría a partir de ese momento.
Llevado por el deseo excitante, de compartir su secreto, remitió una carta su único alumno, el laborioso e incesante Globe, en la que le contaba la feliz noticia con un tono más o menos aceptable (codificada en una lengua perfectamente inteligible para los dos), rayando la necesidad estúpida de tener que aparentar una idea inverosímil, sabiéndola creíble por todos los lados. ¡Con ironía, vamos!
¿Está todo a punto?, -le comentó Globe-
-¡Sí, sí, por favor, comienza la lectura...-
El maestro, sin reparar más de una vez en las posibles implicaciones que la lectura provocaría y que tan sólo él intuía, pidió, casi como una orden, que se dispusiera a abrir el libro que encerraba la verdad de las verdades. Globe lo sujeto con sus dos manos y acariciando ambos extremos sonreía ante la idea de poder ser el que admirase los secretos del mundo y de las cosas. No dudo ni un instante, abrió el Libro, y lo primero que le sorprendió fue el olor a humedad que se desprendía de sus descoloridas hojas. ¡Cual fue su sorpresa!, cuando antes de que su maestro le indicase, casi a gritos, que le dijera algo de lo que estaba presenciando, ocurrió algo que de ninguna manera estaba previsto. Las páginas del libro adquirieron un color negruzco, de manera inmediata. Mientras más pasaba las páginas más admiraba lo opaco en que se estaba convirtiendo el Libro. Pero este color, por increíble que parezca, no estaba causado por ningún derramamiento de tinta. La causa de ese negror mate lo formaban las líneas del texto, que de repente adquirieron vida y se movían por todas partes y en todas las direcciones del libro. Primero en el sentido contrario a la correcta escritura, es decir, de atrás a adelante y de derecha a izquierda, acumulando todo el color negro con que estaba escrito el grueso libro, en la primera pagina. Luego esa página se fue desbordando y moviéndose por el resto del libro. Las líneas se movían ahora en el sentido debido, pero sin respetar márgenes ni sangrías. Corrían sin formar ningún dibujo pero pareciendo decir algo, cosa que no podía saberse. Debido a la gran velocidad con la que se trasladaban, líneas, párrafos y frases enteras, dispuestas a multiplicarse y recorrer todos los rincones del libro en busca de no sé que, la admiración de Globe se fue acrementando de manera constante, ante aquel acto tan extraordinario. Sin duda alguna, se le escapaba de su perfecto conocimiento empírico de las cosas.
Mientras tanto el maestro, impertérrito, aguardaba en su silla el transcurso de ese acto. No se inmutó, al igual que Globe, permaneció en silencio presenciando ese acto tan maravilloso. De pronto, lanzó una pregunta al aire sin esperar respuesta. ¿Notas algo?, mientras interiormente sentía un cosquilleo que le pedía que su alumno se involucrase más en el acto. Sin pensárselo dos veces, optó por considerar la opción que más le satisfacía y le pidió, (le ordenó) que tocase y palpase las hojas, que de manera inevitable adquirían ese inevitable color sombrío.
-¿Sientes algo?, ¿te está contestando algo?-
De pronto, un sudor frío se reflejó en la cara de su pupilo. A medida que empalidecía, notaba como su cuerpo dejaba de formar parte de él, sintiendo que sus extremidades se iban separando del resto del cuerpo. Lo que ocurría no era una broma, ni una alucinación, Globe se alejaba de aquella habitación y muy poco a poco, su cuerpo se iba introduciendo dentro de aquel misterioso libro. Éste lo iba succionando desde la cabeza hasta los pies. Sin sentir oposición por parte del maestro o del alumno, el libro acometía aquel acto, ante la curiosa mirada del maestro Alterio. Sin inmutarse lo más mínimo, dejó que los actos transcurriesen con la normalidad que se estaban desarrollando, observando el proceso devorador que había iniciado el misterioso libro. Mientras, Globe se sentía confiado de que aquel acto le pusiese en contacto con una nueva realidad o con el descubrimiento de algún aspecto de lo recóndito del saber, el libro, sin dejar de frenar el proceso en el que todas sus líneas se deslizaban por todo el libro llenando de negro todas las páginas en blanco que encontraba, proseguía en el intento de introducir al pupilo dentro de sus páginas.
Ya estaba dentro del libro, y sin saber como lo había conseguido, observaba como su apariencia física había tornado en un aspecto realmente monstruoso. Se había convertido en una parte más del libro: en una línea más del texto. Ante todos aquellos acontecimientos el maestro sólo observaba, no se podía saber que se le pasaba por la cabeza en ese momento. Sólo admiraba la capacidad del Libro, esperando que por medio de la aparición de aquella nueva línea, se le revelase algo de lo que escondía entre sus negras páginas.
Es curioso como los dos anteponían sus deseos eruditos, por encima del nerviosismo o de la impresión de los actos que se les estaban presentando. No les daba sorpresa la reacción de aquellos actos, sólo querían conocer algo de algunos misterios que el Libro incluía. Ante esa búsqueda, Globe seguía a aquella mancha negra, como una línea más, notando como iba en dirección al final del libro. Al llegar a la última página, aquella mancha negruzca, que estaba formada por la acumulación de líneas y párrafos, comenzó a disolverse poco a poco. Con ella, Globe parecía que se iba con aquel conjunto negro que empezaba a ser una pesadilla.
Después de una intensa mañana, el Libro había dejado un extraño resultado: sus páginas en blanco que de manera asombrosa habían convertido el ejemplar en un libro vacío, y la mirada del maestro Alterio, que se había transformado sorprendentemente. Había cambiado la cara de precisa tranquilidad, por otra totalmente parecida al cariz con que los acontecimientos se habían presentado. Después de la desaparición de Globe, convertido en misteriosa línea, y absorbido por el grueso negror con el que estaba formada la última página, se quedó una única palabra entre aquella blancura que rodeaba al libro. Este hecho fue el que causó la cara de admiración y de sorpresa en Alterio. Pero no significaba esta línea, en los ojos del maestro, la esperanza de recuperar la presencia física de su arriesgado alumno. Al contrario, en lo menos que pensó fue en él. Le parecía que la única frase que había permanecido en el Libro, le revelaría algo de la verdad que estaban encontrando. Nervioso ante aquella palabra, la apuntó en su libreta, temiendo que desapareciese como el resto de líneas. Tembló ante aquella visión que se le presentaba, cuando intentó pronunciar la curiosa y extraña palabra: “ressawsad”. No sabía a que idioma pertenecía o si era una acumulación de palabras que condensaba una idea o un pensamiento. Lo que menos le interesó fue la situación en la que parecía estar sumergido su mejor discípulo, y corrió a buscar la posible interpretación en la biblioteca más cercana. Buscó en varios diccionarios especializados, sin encontrar respuesta alguna. Cuando cayó en la cuenta, de que en vez de una palabra, podía tratarse de un anagrama, combinó la palabra en un montón de posibilidades, hasta encontrar una respuesta que le parecía significativa. Cuando escribió la palabra de derecha a izquierda le dio como resultado: das wasser. Esta palabra le condujo enseguida a su significado recto: significaba “agua” en alemán. ¿Pero que escondía esa sencilla y perversa palabra?
Muchas personas tiempo después todavía se fascinan con esta historia, a las que muchos tachan de fantástica e imaginativa. Nuestro grupo de colegas perdimos el contacto con el maestro Alterio. Supe todo esto, por medio de las palabras de un amigo que había tenido una conversación larga y tendida con el astuto y perverso maestro.
Sólo se ofrecieron dos respuestas ante aquella curiosa respuesta del Libro. Los más tradicionalistas y Alterio pensaron que era una muy buena pista, y que podría conectar con la idea presocrática ofrecida por Tales de Mileto en la que el elemento acuoso sería el más importante de la naturaleza. Ante esa idea trabajaron todos muy largamente acerca de las posibles relaciones que se podrían establecer en la Bioquímica o en la Física aplicada.
Otros, en la que me incluyo, creímos que todo se trataba de una burla del Libro, por tratar sacralizar la persecución constante de la verdad. Creímos que el Libro había tomado vida para castigar a los ociosos y curiosos, que de manera constante y laboriosa, tratan de buscar una verdad absoluta e inamovible que les arregle el mundo. Quisimos pensar que era un acierto, que el saber se defendiese de los que atentaban contra el absolutismo intelectual. Maravillados ante aquella increíble pero cierta actitud, no nos asustó la reacción del libro, más bien la aprobamos. Algunos piensan que el espíritu de Sócrates estuvo detrás de aquella acción realizada por el Libro, siendo no obstante, una defensa de la historia y de otro mundo del saber.
A partir de ese momento no se supo más del erudito convertido en línea. La gente se pregunta todavía, cómo había podido desaparecer Globe, y cómo el maestro Alterio había consentido que su alumno predilecto se introdujese en lo desconocido, sin saber sus consecuencias. De él sólo se sabe que había abandonado la ciudad y que andaba al acecho de que algún otro ingenuo se maravillase de sus increíbles teorías. Lo que pasó aquel día le había dejado una huella casi permanente, y lo ocurrido posteriormente a su desaparición, había fomentado más aún su labor investigadora.
Todavía se recuerda la historia en nuestro círculo de investigación, y nadie, al menos por ahora, ha intentado manifestar una idea global que encierre la verdad de las verdades.

25/8/11

Sin palabra

Y entonces, cuando no podía dormir, cuando lo intenté y no pude, te me apareciste como sombra. Como sombra embriagadora, como rayo de tormenta, como silueta vaga, que huye y no aparece. Con la firmeza de una palabra que no puedo pronunciar, con todo y con nada.
Mas, en un instante, te llegaste a mi cama susurrándome algo en un extraño idioma, invitándome a pronunciar contigo la palabra que no debe pronunciarse… Me llevaste al Edén nuevamente, y allí tú y yo saboreamos el mito, recreándonos en nuestra desnudez, avanzando más y más el espacio, haciéndolo cada vez más amplio. Olores, sabores, miradas, todo apareció ante mí, furtivamente. Y mientras el Edén seguía siendo Edén, el tiempo dejo de ser un problema, todo se desvaneció, incluso mi alma. Pero fue mi cuerpo el que fue testigo de aquel milagro de la lejanía, paradójica lejanía que se hacía cercana, cada vez que me atrevía a susurrar la palabra que no puede ser dicha. Toda nuestra pasión fue rápida, secreta e intensa. Sólo es testigo de tu cuerpo estos mis ojos y tu piel, mis labios o tu pelo, mayor testigo si cabe de un paraíso corto. Porque, de pronto, llovió en mi ventana, se oyeron truenos y el olor a tierra mojada me hizo salir del Parnaso, para volver en mí, desorientado de tan extraño viaje. Ahora ya no estás, y es extraño, porque estando solo todavía no me he atrevido a pronunciar la palabra con la que daba fuelle al Paraíso que habíamos creado.

21/7/11

El caminante

Y llegó el día, y a los nervios se afilaron y se calmaron las promesas y durmió todo lo esperado. En su casa ya no había nada que recoger, todo se había quedado atrás: los recuerdos, el resguardo y la protección en los días de lluvia. Ni siquiera la protección de la metáfora y su inevitable eternidad lo consoló. Él era un poeta, pequeño, nervioso y con miedos.
Cuando por fin abrió la puerta de la entrada, cuando por fin se decidió a entregarse al mundo, hizo esfuerzos. El aire lo recibió como una bofetada de una frescura nueva y real, imposible de agarrarla con palabras. Cruzó la calle, caminó recto y se fue yendo lentamente. Partió por fin. La calle lloraba a desapego y a reconciliación. No sabía qué tenía por delante, pero ya, ¡atrás!, había adquirido su significado pleno.
Nadie sabe qué fue de aquel hombre y nadie lo ha visto todavía. No era muy conocido, ni antes ni después de su partida. Cuentan que los que dejó atrás murmuraron en un principio, luego lo criticaron y más tarde se sorprendieron. Finalmente abrieron la boca y respiraron un poco, ¡ahí comprendieron! Cuentan también los compañeros de fatigas, que no eran otros sino todas y todos aquellos que encontró en el camino, su capacidad para partir, su constante capacidad para ir lejos y sin mostrar nunca una sensación de huida.
Todos estos relatos ocurrieron al principio, ahora nadie sabe dónde está. Los más osados creen que de tanto avanzar se fundió con el viento y desapareció. Los envidiosos piensan todavía que está en su casa, escondido en cualquier rincón, oculto en otra identidad. Los valientes lo convirtieron en deidad profana. Y los que albergan alguna esperanza de enfrentarse y pelearse cada día con su realidad, ya vislumbran cómo será la maleta el día que tengan que partir.

7/6/11

De invierno

Como cualquier golosina que recociera, sabía muy bien encontrar los pequeños placeres que habitaban su mundo, desde los más pequeños hasta los más sugerentes. Cada mañana se acercaba a la pastelería de su barrio y se detenía ante el cristal del mostrador para elegir su postre mañanero. Aunque siempre hiciera el mismo ritual, sabía que los pequeños pastelitos recién horneados eran más apetecibles que cualquier otro tipo de decisión. Lo tomaba con ceremonia, con mimo, y mientras, un café humeante se deslizaba entre sus dedos y su garganta. Era temprano, las nubes presagiaban recogimiento pero daban la suficiente luz para otear, desde la mesa y a través de los escaparates, las prisas, las caras y el atuendo de todos los que se dirigían a una nueva jornada. Ella no tenía que trabajar, era mayor y había cambiado su rutina por el merecido descanso que propone la jubilación y la entrada en el final de de su vida. Lo que jamás se imaginó en aquella mañana fue que aquel día iba a ser el último. El último día de su vida.
Sonrientemente inocente salió con más ligereza y valor para recorrer las calles como hacía cada mañana. Las paseaba sin un orden establecido. Deambulaba. Se detuvo en los escaparates, tranquila y admirada del valor real de las cosas, la manufactura, el diseño, los colores. Las tiendas no habían abierto, aunque la farmacia sí. Entró. Sonaba una música de John Coltrane. Le apasionaba el jazz, y fue pura casualidad que le dieran sus medicamentos acompañada de uno de sus ídolos reales. Sonaba el disco “Espiritual”. Metió la bolsa de medicamentos en su bolso y prosiguió su partida. Al salir, un barrendero la saludó sonriente, un perro se cruzó con ella con los ojos bien abiertos y ella lo acarició. El dueño venía detrás, jadeante, casi al trote, pero feliz de que se hubiera detenido.
La pausa la llevó a girar sobre sus pasos y regresar en dirección hacia su casa. El día estaba más propicio para envolverse con su manta en el salón de su casa recordando el poema de Rubén Darío: “De invierno”. Dormir apelotonada y dejarse adormilar lentamente. ¡Qué placer!, musitaba en su interior.  Cuando llegó al portal de su casa un mendigo la miró sentado cerca de su portal y le dijo: “¡la voluntad!”. Enseguida abrió la cartera y contribuyó con lo que pudo, pero con una sonrisa sin culpa. Al abrir la puerta de casa sintió lo reconfortante, lo íntimo, lo personal de su propio espacio. Se acomodó en el sillón no sin antes preparar un disco para que la acompañara. Era de música clásica. Beethoven. Se recostó en el sillón y recordó que tenía que hacer una última llamada antes de entrar en su tan ansiado descanso. Era a su mejor amiga. La conversación duró poco, lo justo para transmitir dulzura y alegría. Después sólo hubo silencio.
En aquella mañana no alertó ninguna señal que le predijera de tal fatalidad. Lo único que parecía cierto en aquella mujer era una profunda paz inocente, como si antes de esa mañana hubiera resuelto todos los asuntos que le quedaban pendientes.

4/6/11

Otra descripción de la inefabilidad (Relato)

A Ramón.
                                       EL ESPEJO Y LA MÁSCARA                                        (JORGE LUIS BORGES)

Librada la batalla de Clontarf, en la que fue humillado el noruego, el Alto Rey habló con el poeta y le dijo:
-Las proezas más claras pierden su lustre si no se las amoneda en palabras. Quiero que cantes mi victoria y mi loa. Yo seré Eneas; tú serás mi Virgilio. ¿Te crees capaz de acometer esa empresa, que nos hará inmortales a los dos?
-Sí, Rey -dijo el poeta-. Yo soy el Ollan. Durante doce inviernos he cursado las disciplinas de la métrica. Sé de memoria las trescientas sesenta fábulas que son la base de la verdadera poesía. Los ciclos de Ulster y de Munster están en las cuerdas de mi arpa. Las leyes me autorizan a prodigar las voces más arcaicas del idioma y las más complejas metáforas. Domino la escritura secreta que defiende nuestro arte del indiscreto examen del vulgo. Puedo celebrar los amores, los abigeatos, las navegaciones, las guerras. Conozco los linajes mitológicos de todas las casas reales de Irlanda. Poseo las virtudes de las hierbas, la astrología judiciaria, las matemáticas y el derecho canónico. He derrotado en público certamen a mis rivales. Me he adiestrado en la sátira, que causa enfermedades de la piel, incluso la lepra. Sé manejar la espada, como lo probé en tu batalla. Sólo una cosa ignoro: la de agradecer el don que me haces.
El Rey, a quien lo fatigaban fácilmente los discursos largos y ajenos, le dijo con alivio:
-Sé harto bien esas cosas. Acaban de decirme que el ruiseñor ya cantó en Inglaterra. Cuando pasen las lluvias y las nieves, cuando regrese el ruiseñor de sus tierras del Sur, recitarás tu loa ante la corte y ante el Colegio de Poetas. Te dejo un año entero. Limarás cada letra y cada palabra. La recompensa, ya lo sabes, no será indigna de mi real costumbre ni de tus inspiradas vigilias-
-Rey, la mejor recompensa es ver tu rostro-dijo el poeta, que era también un cortesano.
Hizo sus reverencias y se fue, ya entreviendo algún verso.
Cumplido el plazo, que fue de epidemias y rebeliones, presentó el panegírico. Lo declamó con lenta seguridad, sin una ojeada al manuscrito. El Rey lo iba aprobando con la cabeza. Todos imitaban su gesto, hasta los que agolpados en las puertas, no descifraban una palabra. Al fin el Rey habló.
-Acepto tu labor. Es otra victoria. Has atribuido a cada vocablo su genuina acepción ya cada nombre sustantivo el epíteto que le dieron los primeros poetas. No hay en toda la loa una sola imagen que no hayan usado los clásicos. La guerra es el hermoso tejido de hombres y el agua de la espada es la sangre. El mar tiene su dios y las nubes predicen el porvenir. Has manejado con destreza la rima, la aliteración, la asonancia, las cantidades, los artificios de la docta retórica, la sabia alteración de los metros. Si se perdiera toda la literatura de Irlanda -omen absit- podría reconstruirse sin pérdida con tu clásica oda. Treinta escribas la van a transcribir dos veces.
Hubo un silencio y prosiguió.
-Todo está bien y sin embargo nada ha pasado. En los pulsos no corre más a prisa la sangre. Las manos no han buscado los arcos. Nadie ha palidecido. Nadie profirió un grito de batalla, nadie opuso el pecho a los viking0s. Dentro del término de un año aplaudiremos otra loa, poeta. Como signo de nuestra aprobación, toma este espejo que es de plata.
-Doy gracias y comprendo -dijo el poeta. Las estrellas del cielo retornaron su claro derrotero. Otra vez cantó el ruiseñor en las selvas sajonas y el poeta retornó Con su códice, menos largo que el anterior. No lo repitió de memoria; lo leyó Con visible inseguridad, omitiendo ciertos pasajes, Como si él mismo no los entendiera del todo o no quisiera profanarlos. La página era extraña. No era una descripción de la batalla, era la batalla. En su desorden bélico se agitaban el Dios que es Tres y es Uno, los númenes paganos de Irlanda y los que guerrearían, centenares de años después, en el principio de la Edda Mayor. La forma no era menos curiosa. Un sustantivo singular podía regir un verbo plural. Las preposiciones eran ajenas a las normas Comunes. La aspereza alternaba Con la dulzura. Las metáforas eran arbitrarias o así lo parecían.
El Rey cambió unas pocas palabras Con los hombres de letras que lo rodeaban y habló de esta manera:
-De tu primera loa pude afirmar que era un feliz resumen de cuanto se ha cantado en Irlanda. Ésta supera todo lo anterior y también lo aniquila. Suspende, maravilla y deslumbra. No la merecerán los ignaros, pero sí los doctos, los menos. Un cofre de marfil será la custodia del único ejemplar. De la pluma que ha producido obra tan eminente podemos esperar todavía una obra más alta.
Agregó con una sonrisa: -Somos figuras de una fábula y es justo recordar que en las fábulas prima el número tres.
El poeta se atrevió a murmurar: -Los tres dones del hechicero, las tríadas y la indudable Trinidad. El Rey prosiguió: -Como prenda de nuestra aprobación, toma esta máscara de oro.
-Doy gracias y he entendido -dijo el poeta. El aniversario volvió. Los centinelas del palacio advirtieron que el poeta no traía un manuscrito. No sin estupor el Rey lo miró; casi era otro. Algo, que no era el tiempo, había surcado y transformado sus rasgos. Los ojos parecían mirar muy lejos o haber quedado ciegos. El poeta le rogó que hablara unas palabras con él. Los esclavos despejaron la cámara.
-¿No has ejecutado la oda? -preguntó el Rey; -Sí -dijo tristemente el poeta-. Ojalá Cristo Nuestro Señor me lo hubiera prohibido.
-¿Puedes repetirla?.: -No me atrevo.
-Yo te doy el valor que te hace falta -declaró el Rey.
El poeta dijo el poema. Era una sola línea. Sin animarse a pronunciarla en voz alta, el poeta y su Rey la paladearon, como si fuera una plegaria secreta o una blasfemia. El Rey no estaba menos maravillado y menos maltrecho que el otro. Ambos se miraron, muy pálidos.
-En los años de mi juventud -dijo el Rey- navegué hacia el ocaso. En una isla vi lebreles de plata que daban muerte a jabalíes de oro. En otra nos alimentamos con la fragancia de las manzanas mágicas. En otra vi murallas de fuego. En la más lejana de todas un río abovedado y pendiente surcaba el cielo y por sus aguas iban peces y barcos. Éstas son maravillas, pero no se comparan con tu poema, que de algún modo las encierra. ¿Qué hechicería te lo dio?
-En el alba -dijo el poeta- me recordé diciendo unas palabras que al principio no comprendí. Esas palabras son un poema. Sentí que había cometido un pecado, quizá el que no perdona el Espíritu.
-El que ahora compartimos los dos -el Rey musitó-. El de haber conocido la Belleza, que es un don vedado a los hombres. Ahora nos toca expiarlo. Te di un espejo y una máscara de oro; he aquí el tercer regalo que será el último.
Le puso en la diestra una daga. Del poeta sabemos que se dio muerte al salir del palacio; del Rey, que es un mendigo que recorre los caminos de Irlanda, que fue su reino, y que no ha repetido nunca el poema.

30/5/11

El amanecer

Un rabino preguntó una vez a sus alumnos si sabían cuándo terminaba la noche y empezaba un nuevo día.
-Cuando se puede distinguir un animal a distancia y saber si es una oveja o un perro –sugirió un pupilo.
-No te equivocas –dijo el rabino.
-Cuando se puede diferencias un árbol a distancia y saber si es una higuera o un ciruelo –sugirió otro discípulo.
-No, te equivocas –volvió a decir el rabino.
-Y entonces –replicaron los alumnos-, ¿cuándo?
Pues muy sencillo. Cuando a distancia se puede distinguir la cara de un ser humano y saber si es tu hermano o hermana. Porque cuando no lo sabes, sea la hora que sea, siempre será de noche.
(Anónimo).

28/5/11

Ahora que los movimientos del 15 m no copan los diarios:

  • ¿Dónde están los medios de Información? ¿Qué es la información? Siempre he mirado a estos medios con recelo desde que escuche por primera vez una definición de “información” en boca de un periodista: "que un perro muerda a una anciana no es noticia, pero que una anciana muerda a un perro sí lo es".
  • ¿Dónde está la Universidad? ¿Dónde está su compromiso como poderosa identidad "independiente" e histórica?
    ¿Qué es la Universidad? Es solo un medio de producción del sistema financiero? ¿Dónde están tantos artículos y tesis doctorales? ¿Por qué solo es motivo de discusión, o al menos en las redes sociales, de los temas extraídos de los artículos periodísticos?
  • ¿Dónde están los ancianos? ¿Dónde está su sobrada experiencia? El filósofo fallecido Julián Marías, padre del escritor Javier Marías, comparaba esta lamentable visión con los ancianos de los países orientales, en los cuales sí hay cierta veneración por su presencia. Decía lo siguiente, con rotundidad: “hemos sustituido a los ancianos occidentales por el arte”.
  • ¿Dónde estamos los ciudadanos? ¿Hay un debate y una conciencia propia (entre amigos y en nuestro entorno) de los problemas que nos preocupan?
    ¿Qué pasa con las asociaciones de vecinos, no podríamos crear una red nacional (a través de una plataforma digital, por ejemplo) y abordar los problemas (dejando un hueco) para tratar, debatir y comparar los otros asuntos que no sean los estrictamente locales o vecinales? Y si no pudiéramos hacerlo, ¿por qué no ver las cosas que tiene otro municipio u otra región y así tener más derecho consensuado para poder progresar juntos? Por qué todo nuestro poder lo delegamos en el político? ¿Es que acaso no lo somos también (o al menos en el sentido etimológico)? ¿No será, en palabras de E. Fromm, que nuestro propio miedo a ser verdaderamente libres, a nuestro poder real, sea la causa de que prefiramos, como asustados, entregárselo a alguien externo, y morir sin ni siquiera haber luchado por un presente más digno?
Ahora bien, como sé que todo eso no depende de mí, lo único que me queda (con certeza) es el yo (hasta que dure). Entonces cambiemos indiferencia por silencio, auto-transmitámonos que estamos progresando, que el mundo sólo puede ser controlado, cuando cada uno se comprometa primeramente consigo mismo. Entonces ni siquiera habrá que luchar, porque la energía de vida y la comprensión universal serían tan fuertes que la naturaleza humana se revelaría (y no rebelaría), y sabríamos al fin el ridículo espantoso que estamos haciendo. Y a partir de ese momento, lo que nos devolvería al mundo, sin sentir culpas, quizá fuese una amplia sonrisa de compromiso y aceptación verdaderos, en cada uno de los rostros que de una manera u otra, no se conforman y se indignan.

25/5/11

Un relato: una fantasía extrema a causa de la marea azul.

La Visión
UN SUEÑO
-¡Qué si señor obispo!, ¡que si funcionará!, ¡ya lo verá., solamente dejemos que transcurra un par de meses para que vea que la dirección del partido no se ha equivocado, y que esto es una apuesta segura. Nadie va a peder. Lo que le dije por teléfono era un adelanto. Entiendo sus dudas, pero creo que usted es lo suficientemente inteligente como para entender esta apuesta tan arriesgada.
-Mire, querido portavoz, no me haga tan listo. Déjese de rodeos y explíquese bien. No he venido a la sede de su partido por nada, sino porque usted me ha llamado. Creo que usted era el que quería comentarme algo que beneficiaría al partido enormemente, y por extensión a los ciudadanos. Lleva un rato hablando y todavía no sabemos, los aquí presentes, de qué se trata. Haga el favor de explicarse, porque al menos yo, no tengo todo el día.
-Verá señor obispo, le agradezco su claridad e intentaré ser lo más transparente posible, para poder trasmitirle nuestras intenciones políticas, no sólo a usted, sino al portavoz de los empresarios de la ciudad. Aprovecho la oportunidad que nos brinda el momento para presentarlos formalmente: señor Obispo, don Emilio; don Emilio, el señor Obispo.
-Mucho gusto, don Emilio, había oído hablar de usted y, sinceramente, tenía ganas de conocerlo en persona.
-El gusto es mío señor Obispo, no faltaría más.
-Bueno caballeros, creo que ahora es el momento en el que les debería explicarles por qué los he reunido hoy aquí. Se trata de algo muy sencillo pero a la vez importante. Todos ustedes saben que estamos en la era de la comunicación, en un momento histórico en el que disponemos de un montón de medios para hablar, escribir o transmitir información. También conocerán que es el móvil uno de los medios más usados para ese fin. Sólo en nuestro país se cuentan por millones.
-¡Al grano señor portavoz!, ¡al grano!
-De acuerdo don Emilio. La dirección del partido ha ideado una forma de publicidad, de darnos a conocer, bastante innovadora, según creo. Si han usado los teléfonos móviles alguna vez, se habrán dado cuenta de que para escribir un mensaje de texto se pueden utilizar dos sistemas: la escritura letra a letra, en la que tienes que poner todas las letras para formar una palabra en concreto, o la escritura de palabras completas. Ésta funciona, como habrán comprobado, de la siguiente manera: por ejemplo, usted pulsa el botón donde está la “d, e y la f”, luego pulsa la tecla de correspondiente a la “g, la h y la i” y luego la perteneciente a la “a, la b y la c”. La palabra resultante es “día” y en ningún momento el usuario ha buscado la d, la í o la a. Eso significa que si escribo una palabra en un mensaje de texto siguiendo este sistema es porque tengo una serie de palabras almacenadas en el teléfono, funcionaría algo así como una base de datos, o como si fuera un diccionario. Algunos lo llaman diccionario predictivo, precisamente por eso, porque nos ahorra tener que escribir todas las letras, ya que es el propio teléfono el que nos da la palabra adecuada.
-Parece interesante lo que dice. Pero, ¿adónde quiere llegar?
-Muy fácil, ya verá. Como les decía, la dirección del partido ha mantenido una reunión con diversas compañías de móviles, para incorporar algunas palabras a ese diccionario incorporado que traen muchos teléfonos. Las negociaciones están muy avanzadas y parece que va a haber un acuerdo dentro de muy pronto. Sólo faltaba la opinión de ustedes dos, y alguna sugerencia que nos hagan.
-Y verá señor portavoz, todo me parece muy bien. La idea es buena, mientras sea para un mejor entendimiento. Aunque permítame que le pregunte por esas palabras que se pretenden incorporar. ¿Cuáles son?
-Aún no están definidas en su totalidad, solamente tenemos algunas: España y nación… La lista no es muy larga, pero sí muy significativa. Les pedimos que nos den su impresión, y por qué no, su colaboración en este proyecto común. ¿Qué dice usted don Emilio?
-Yo, como empresario, lo veo bien. Parece una idea interesante, no sólo como forma de comunicación, sino como medio de publicidad. Cuente con mi colaboración y con mi financiación. Al mismo tiempo le pediría que incluyera algunas palabras, que ya se las notificaremos por escrito. Ahora mismo, no sé…, se me ocurren algunas sobre la marcha. Tome nota de estas e inclúyalas: beneficio, empresa, superávit, ganancia, capital, dividendos… Tome nota también de éstas que les digo a continuación, pero para que no estén en ese diccionario: sindicatos, despido, recorte, salario, convenio… ¿Ha tomado nota, señor portavoz?
-Totalmente, queda de nuestra mano. Le agradecemos ante todo, su interés y su financiación. No se preocupe que éstas palabras y las que nos envíe por su escrito serán tomadas en consideración. Y usted, señor Obispo, ¿tiene algo que decir de todo esto?
-Pues verá señor portavoz, hablemos claro. Todo esto parece ir encaminado al interés publicitario de un partido político, nada más. Y ya que veo que don Emilio se ha interesado por su proyecto de “comunicación”, no me queda más remedio que sumarme al mismo, porque de una manera u otra tenemos que estar presentes en él. Esto parece irremediable e imparable. Si no acepto otro lo hará por mí y creo que es bueno que la Iglesia esté a la vanguardia de los medios de comunicación. Cuente con mi apoyo moral, no sólo al proyecto, sino al partido. Yo también le notificaré por escrito las palabras que deba añadir. De entrada se me ocurren varias. Apúntelas
-Sí, cómo no. Dígame, tomo nota:
-Conservador, iglesia, misa, cura, resurrección y dios. Y por cierto, las que le voy a decir ahora no las incluya: sexo, homosexualidad, carnaval, matrimonio homosexual…
-Solo podemos excluir palabras señor Obispo, no podemos excluir frases completas. Comprendo su interés por borrar de la opinión pública aquellas ideas que no son de su agrado. No se preocupe que las palabras que me ha dicho, más las que ya me enviará por escrito serán tomadas en cuenta. Le agradezco a usted y a don Emilio la colaboración y la preocupación por nuestros proyectos. No se preocupe que nuestro partido velará porque todos sus intereses se vean reflejados en nuestro quehacer diario.
………………………………………………
EL DESPERTAR
No sé qué hora será. Debe ser tarde. Reconozco que hace tiempo que me cuesta dormir de un tirón y profundamente, pero estas pesadillas frecuentes no estaban dentro lo habitual. ¡Qué real!, ¡por dios! A ver... Deja que me sitúe. Es de noche, no he dormido, estoy en casa, en mi habitación… He tenido una pesadilla, muy real, bastante fuerte, ¡qué mal!, necesito beber agua…
Sí, agua. El vaso está en la mesa de noche. Está lleno porque no he bebido antes. No sé si estará caliente, pero me da igual. Necesito refrescarme. No estoy acostumbrado a escuchar voces, ni siquiera en sueños, ni a que éstas formen una conversación coherente y hasta lógica. Otras veces, los sueños, las imágenes y las voces eran difusos, ambiguos y nada claros. Sin embargo esta vez ha sido diferente. He oído tres voces, una conversación, ¡tres personas! Y que claridad…
Pero… ¿por qué un obispo?, ¿por qué un empresario?... y sobre todo, ¿por qué un portavoz político? ¿Por qué diablos esas tres personas y no otras? No guardo ninguna relación directa con ellos. Es más, sé que están ahí pero también están otros. Los panaderos, los camareros, los taxistas, las amas de casa, las peluqueras y las azafatas y decenas de profesiones más. ¿Por qué no han salido éstos? Incluso, gente de mi colectivo, el de los vigilantes. Lo hubiera entendido más, me hubiera parecido más lógico. La verdad es que no lo entiendo.
Supongo que esto le sucederá a más gente. ¡Qué mal rato! Necesito una mujer en mi vida urgentemente. Tanta soledad me está haciendo daño. O quizás necesite redecorar la casa. Creo que tanto blanco me asfixia, me parece que el amarillo es más acogedor con un poco más de luz. Tengo que ampliar las ventanas y que el sol ilumine este apartamento.
Lo de esta noche es producto de mi encierro, de mi poca vida social y de mi excesivo trabajo, nada más. A lo mejor todo es fruto de haber roto con Claudia, y se me ha agriado el carácter, y de ahí el sueño. Pero… ¿y el tema de la conversación en el sueño?, ¿por qué un teléfono móvil?, ¿por qué razón se habla de incorporar palabras a los móviles?, ¿qué significa eso?...
Por cierto, ¿qué hora es?, ¿cuánto tiempo llevo durmiendo? No son sino las 4:20. Hasta parece que el reloj me interroga con sus dígitos luminosos. Al igual necesito un despertador manual. Voy a confirmar la hora, no estoy seguro de sea tan temprano. Me parece haber dormido una eternidad y todavía son las 4. ¡Ya está!, ¡el móvil! Lo tengo al lado, es mi segundo despertador. Su tacto es distinto a la sensación que me produce el reloj de la mesilla de noche. Tocarlo me produce alivio y serenidad. Tengo que volver a dejarme dormir. Mañana me toca el turno de tarde-noche y necesito estar descansado…
Efectivamente son las 4:20. Pero, ¡no!, ¡no puede ser! ¿Y por qué no comprobar lo del sueño? ¿Y si lo del diccionario predictivo es cierto? ¿Y si las palabras están incorporadas en la base de datos del teléfono? No puede ser… sería demasiado real. ¡Qué va!, ¡qué va! No es cierto… Pero, ¿y por qué me tiembla la mano?, ¿por qué no me atrevo a escribir un mensaje? Nunca me había dado miedo un móvil, siempre lo he mirado con temor o con dolor cuando sabía que las palabras y los reproches de Claudia estaban justificados, pero nunca con miedo. Alguna vez sentí satisfacción y emoción. Recuerdo sus primeros mensajes, ¡Cuánta espera! ¡Qué tiempos! Pero ahora siento miedo, es como si el contenido del sueño fuera cierto y mi móvil el instrumento revelador…
Escribo en el móvil las palabras que recuerdo del sueño, y mi sorpresa es mayúscula cuando veo que aparecen todas las palabras del sueño, incluso nombres de políticos de ésta y de otras formaciones. Están todas las palabras, absolutamente todas las que aparecen en el sueño. No sé si será casualidad y si todo esto es fruto de una revelación, o más bien, la revelación de una manipulación.
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EL DÍA
Los días han pasado después de aquella noche. Incluso llegó el amanecer en aquel tomentoso día que todavía ni había empezado a ser.
Recuerdo que no comí prácticamente, absorto como estaba en mi descubrimiento. Salí al balcón del apartamento y dejé entrar más luz a las habitaciones. Necesitaba respirar y el poco aire en las habitaciones y en mi cabeza me impedían pensar con normalidad. Esa fue la razón por la que llamé a mi encargado y le dije que no iba a trabajar. Casi nunca falto y creo que el gesto que hizo con la boca cuando le conté el dolor de cabeza que tenía, fue una prueba suficiente de que me había creído. A partir de aquí empezó lo duro.
Seguía ensimismado en el balcón, sin ganas de nada. Con el fin de descansar la mirada e intentando borrar lo ocurrido la noche anterior, traté de mirar a lo lejos y solamente vi el paisaje que rodea al pueblo. Sólo me relajó el color verde y la luz solar que caía por las montañas. Me sentía raro, inquieto, cansado. De pronto desvié la mirada a la plaza del casco, al Centro Cultural y a la carretera. No sé por qué mi mirada fue dirigida hasta ahí. Lo que sí es cierto que me fijé en los bancos de la plaza y en su color madera, luego seguí buscando una pared blanca que pronto divisé y seguidamente miré al color azulado del cielo. Había formado sin querer la bandera de mi Comunidad y eso me empezó a inquietar. De una manera inconsciente estaba buscando pruebas para demostrar que el sueño revelador de la noche anterior era cierto. En aquel momento, creí en una manipulación extrema, premeditada y desmedida y pensé que el partido de mi Ayuntamiento formaba parte también de ese circo y que lo había preparado todo, hasta el color del cielo. Seguidamente vi a unos cuantos perros que venían por la carretera general y pensé en ellos. Creí que estaban puestos ahí en ese preciso instante para que yo los viera y los relacionara con algunos de los símbolos que forman la identidad de mi tierra…
Enseguida continué reafirmando mis pesquisas. Visité en aquellos días alguna cuidad costera y me fijé que le número de gaviotas era desmedido, y pensé que quizás era una forma barata de publicitar una idea política a través de uno de sus símbolos. Más tarde pasé por otros pueblos. En sus jardines había centenares de flores rojas y me preocupó. La obsesión duró hasta el punto de relacionar el color de las casas con la vinculación política de su propietario. Todo era desmedido en aquellos días, las imágenes y los símbolos se me agolpaban, hasta las canciones que oía me recordaban a esa revelación, dura pero cierta, y que tuvo lugar la noche fatídica de la pesadilla…
No voy contar más de lo sucedido ni a mostrar más sospechas de mis posibles revelaciones. Ya ha pasado tiempo y creo que puedo mirar para atrás sin temor. Temí por mi vida cuando me puse analizar y a buscar analogías con todo lo que me rodeaba. Me encerré más en mi casa, en mi vida, en mis ideas. La suerte fueron los amigos y aquellos compañeros de trabajo que se preocuparon por mía cuando me vieron silencioso y abstraído. Ellos fueron los que me dieron la oportunidad de comunicarme y de contarles lo que sentía y me ocurría. Dicen que llegué a confundir la realidad con el sueño y que hice el sueño realidad. No sé si tienen razón, a veces siento que aquel sueño fue bastante real, demasiado real diría yo. De las revelaciones casi todo el mundo se rió. Nadie sintió compasión de mí, cuando conté lo que había pensado sobre las gaviotas, me creyeron muy chistoso. Con las flores ocurrió un poco de lo mismo, simple casualidad me dijeron.
Ya no soy el mismo de antes. Después de sentir que mis pensamientos eran fruto de mi soledad y de mi encierro durante meses, he decidido llamar a Claudia otra vez y decirle lo mucho que la hecho de menos. Supongo que se alegrará de verme dar un paso y de preocuparme por ella. Creo que si me doy un poco de prisa, y con un poco de suerte, aún seguirá interesada por mí. Le contaré lo que he vivido en estos días, la pesadilla y todo lo sucedido después. Espero que me crea y que no piense que es una excusa barata para que vuelva conmigo. Aunque no me importa, ya de por sí nadie me cree. Sólo yo estoy seguro de mis sensaciones, y a pesar de que algunas revelaciones han sido fruto de una obsesión, otras, por el contrario, son bastante reales. Ellos ya están avisados, por si algún día sucede algo.
Yo, mientras tanto, hoy mismo le mandare un mensaje de texto a Claudia para quedar con ella. No sé lo que le voy a decir, pero tengo claro una cosa, no voy a usar el diccionario predictivo. Le escribiré el mensaje letra a letra, aunque tarde, y así estaré seguro que todas las palabras son mías.

22/5/11

Cinco figuras representativas de la democracia

Cuando existía en España la dictadura hubo  una serie de voces que se erigieron como portavoces sociales del régimen, al menos en los pueblos. Estas eran:
  • El alcalde.
  • El médico.
  • El maestro.
  • El cura.
  • El Guardia Civil.
Me cuentan, los que vivieron en la época del general Franco, cómo estas personalidades tenían el reconocimiento social y la aceptación de los ciudadanos. Era normal verlos, incluso, comiendo juntos o tomando un café o pulsando y creando opinión. Opinión que luego se hacía oficial, porque lo decía el cura, o el maestro, por ejemplo.
Tiempo después, en democracia, estas voces minimizaron sus efectos, porque otras se convirtieron en representativas y mediáticas de la opinión pública. Podríamos englobarlas en las siguientes:
  • El empresario (aupado socialmente por poderosísimas campañas de publicidad de sus propios negocios).
  • El político y su seña de identidad: (el partido político, que lo respalda ideológica y mentalmente: si no, ¿por qué existe el voto de partido?).
  • El periodista: con la supremacía absoluta de la información, por encima de los historiadores o los sociólogos, por ejemplo.
  • El artista de renombre: actores, directores de cine y artistas diversos, que mueven y poseen una fortuna desmedida, muy por encima de cualquier ciudadano normal.
  • El deportista de élite: con una fortuna también desmedida, siendo portavoz, tema, asunto e ídolo de los sueños de muchos ciudadanos, aunque no tengan formación (algunos) ni opinión sobre los asuntos candentes y preocupantes de la de la ciudadanía.

No he querido hacer la comparación entre la dictadura y la democracia porque quiera demostrar la mejor presencia de aquella y por extensión, su mejor papel cómo sistema político. No, jamás. Sólo he hecho esta comparación, para demostrar una paradoja, una curiosa paradoja. Si mientras en aquella había dos figuras importantes de una sociedad: el médico y el maestro, en la democrática son otras las que copan el protagonismo.
Esto me recuerda a dos pequeñas anécdotas que he escuchado en estos días, paralelamente al movimiento reivindicativo del #15 m. La primera tiene que ver con las declaraciones de Penélope Cruz a su llegada a España para promocionar su última película: “cuando miro a los jóvenes españoles se me parte el corazón”. La segunda tiene que ver con una imagen que vi ayer en un informativo de televisión: Sergio Ramos, un jugador de fútbol del Real Madrid llegaba tarde a la convocatoria del equipo y con prisas abría el maletero de su flamante Porsche para sacar su maleta.
Entre tanta reivindicación social de estos días, hay cosas que chocan. Lo único que no me chocaría de estas cinco figuras, reconocidas y de renombre de la democracia, es que todas ellas se fueran juntas a comer o aparecieran todas ellas en un mismo evento. Y si nadie me cree, que las busque en cualquier programa del corazón o de cotilleos. De seguro que las reconoceremos enseguida.

21/5/11

El poder de una minoría puede cambiar el mundo. Un relato en honor al #15 m

Érase una vez, un joven chino que se convirtió en leyenda, y no sólo por lo que hizo en vida, sino por lo que además simbolizó después de una desafortunada muerte, bendecida también por otros, que no fueron ni sus incontables seguidores directos  ni los que nunca le conocimos.
Li no sabía leer ni escribir, pero su pasión desde que era niño siempre había sido la fotografía. Desde la infancia supo comprender cómo funcionaban aquellos aparatejos, aunque en su pueblo desconocieran tal artificio, puesto que el cultivo del arroz era, para todos, una fuente inagotable de trabajos y beneficios. Desde que empezó a llegar el turismo occidental a aquel pueblo situado entre valles, sus habitantes se percataron de que  la modernidad tocaba a sus puertas, no sólo por el encanto y la forma en cómo iban vestidos, sino por algunos inventos que traían consigo. De entre ellos, uno cautivó a todos los habitantes, fascinados y sorprendidos ante tal prodigio de la naturaleza. Fue la cámara fotográfica el invento que atrapó la imaginación y los ojos de aquel muchacho llamado Li, al que mi abuelo le había sacado su primera foto, entregándosela tiempo después, junto con la cámara, objeto con el aquellos ojos siempre se habían fascinado. Mi abuelo iba y venía a Oriente siempre que podía, yo no había nacido, y la guerra, en el pueblo natal de Li, había estallado prematuramente.
De niño introvertido pasó a niño intrépido, siempre con la cámara en mano. Siempre dispuesto a encontrar el mejor ángulo. Cuando las fuerzas de reclutamiento llegaron a su pueblo no tuvieron la cortesía de establecer un baremo que no sacrificara a los jóvenes o los más débiles, sino que todos entraron a formar parte del nuevo regimiento que se quería crear. Parece curioso que las fuerzas rebeldes necesitaran un suministro humano tan lejos de la capital, un lugar donde las lluvias eran frecuentes, por la resaca que dejaban, por los colores brillantes del cielo y del paisaje junto con el goteo todavía evidente de las hojas de los árboles, que invitaban más a la tranquilidad y a la calma que a la acción. Ni siquiera se planteaban, como hipótesis, huir de aquellas tierras. Nadie en todo el valle veía una desgracia en las tormentas, más bien era la bendición de una vida que se abría camino, como también lo hacían ellos, sin prisas, con un ritmo propiamente natural. Cuando los rebeldes entraron en la casa de Li, la registraron completamente. Su madre sostenía a su hermana cerca de la cocina y con un gesto de dolor les pedía que no les hicieran daño. Todo era ruido, desde las voces furiosas de los paramilitares hasta las idas y venidas dentro de aquella cabaña. A Li lo encontraron en una habitación sentado en un jergón con las manos en las rodillas. No pareció temeroso cuando le hablaron; su voz no vaciló, ni siquiera cuando le ofrecieron la posibilidad de enrolarse con ellos. Sólo les planteó valientemente una pega, algo que en aquel momento parecía solamente un capricho. La cámara, su cámara de fotos, tendría que ir con él.
La guerra duró mucho tiempo. A Occidente sólo llegaron sus ecos, alguna victoria importante del ejército rebelde, la dura defensa del gobierno oficial, pero poco más. Li aprendió deprisa a montar su fusil y a camuflarse en la espesura, aunque siempre tenía la mirada dividida, entre su propia supervivencia y la necesidad de expresar su creatividad a través del objetivo de su cámara.
Cuando terminó la guerra fue difícil legitimar la victoria que el nuevo gobierno rebelde había conseguido. Desde fuera se oyeron numerosas voces opuestas, incluidas la de los exiliados, que pedían la intervención militar de las fuerzas internacionales.
Mi abuelo, que era embajador, me contó luego lo difícil que fueron las negociaciones políticas y cómo un hecho lo cambió todo. Aún con la tensa situación y con la presión casi ahogándoles, el nuevo gobierno rebelde filtró a los medios de comunicación internacionales, centenares de fotos que mostraban el horror de la guerra. En ella se veía con claridad la ilógica de tal enfrentamiento y el horror producido por las dos partes de la contienda. Muchas de ellas tenían un alto valor artístico, por los gestos y la naturalidad de la vida de los soldados. En una de tantas fotos, Li se había autorretratado como el autor de todo aquel material. Mi abuelo, por supuesto, no dijo nada al ver esta última fotografía, pero según me dijo después, una leve sonrisa se desprendió de su boca. Con la opinión pública dividida a partir de ahí, se rebajaron las exigencias para el nuevo gobierno, que hizo oficial y  propio, su auténtico golpe de estado.
A Li lo condecoraron y lo agasajaron como fiel representante del Alto Poder Militar (APM) con un una vida cómoda y relativamente tranquila, a pesar de que siempre tuviera que estar al servicio del Partido, aunque solo fuera como imagen y nombre, sin tener la carga y la responsabilidad de tomar las fotos, que quedaban en manos de sus colaboradores y aprendices. Fue precisamente su imagen lo que marcó a partir de ahí su vida y su muerte. En uno de los actos a los que acudía como  parte del ya legitimado partido, sufrió un desmayo y ya nunca más se volvió a levantar. Fue retirado del improvisado escenario con una mezcla de silencios e incontenibles aplausos, justa despedida a una vida merecedora de admiración y reconocimiento.
Yo, que he narrado todo desde fuera, sin haberlo conocido directamente, solo puedo testimoniar las palabras de mi abuelo y los ecos que llegaron hacia mi país natal. Sin embargo, aún existe hoy una prueba más de todo lo que supuso Li para un país entero: el encendedor de mis cigarros lleva estampada su cara, encendedor que compré en un bazar chino de mi calle.
Parece evidente que la luz de algunas almas jamás se apagan de todo. ¿No creéis?

8/5/11

“Inocencia ficticia”.

El niño que visitaba la juguetería cada poco tiempo se admiraba doblemente: aquel universo era magnifico como magníficos tendrían que ser sus padres, junto a aquellos otros, que ponían su empeño en admirar y prestar atención a los objetos de su entretenimiento diario.
Doblemente se sorprendió también el día en el que se dio cuenta de que sus padres eran tan niños como él: ocurrió el día en el que con banderitas en la mano agitaron y ondearon el aire al paso de la comitiva de un señor que iba en un coche y al que todo el mundo alababa. Ese mismo día comprendió que los adultos y los niños no eran tan diferentes. Como oyó en divertidas y en repetidas  bocas la palabra “candidato”, como si fuera parte de un juego, entendió también que los juegos entre adultos tenían otras consignas menos emocionantes pero igual de divertidas.
Ese mismo día, por la noche, mientras recibía las buenas noches escuchó de su padre un frase muy directa que no entendió: “La no violencia es el camino hacia un futuro pacífico”. Al quedarse solo después de que se padre se fuera, se sintió por primera vez menos niño. No entendió como su padre le hablaba de un mundo pacífico, si esa misma mañana le había regalado una metralleta y un carro de combate en su amada  juguetería.

13/4/11

Acerca de “Cuentos Africanos”

Ernesto Rodríguez Abad es el autor de “Cuentos Africanos”, una serie de relatos que tienen a África como marco. El paisaje y el paisanaje que se nos describe es fruto de la mano del alguien que conoce muy bien el alma humana y su historia, pues la mayoría de los relatos tienen como trasfondo algún contexto mítico con alguna enseñanza legendaria. Esta pequeño relato que he escrito es mi aportación a modo de agradecimiento (algunos de los relatos me han parecido extraordinarios).

EL OASIS
Cuando los granos de la arena iban desapareciendo de la duna más próxima, siempre iba a parar a aquel oasis que salvaguardaba a camellos, viajeros y moradores diversos, hipotecando el tiempo, lastrando más el pasado si cabe.
Cerca del río, del brevísimo río  que dibujaba sueños y resecaba las gargantas, un hombre con turbante esperó a que no quedara una gota de agua más para testimoniar lentamente, como en su declive iba también el suyo. Era un personaje misterioso y enigmático. Muchos con los que se encontraba en la ribera del fino caudal lo miraban absorto, como si fuera un extranjero y tuviera además la ventajosa suerte de jugar con un tiempo inabarcable pero siempre a su favor. La mirada serena, los movimientos pausados, la sonrisa elegantemente engalanada, suma presencia, no lo diferenciaba curiosamente, de la majestuosidad de las estatuas o de la espontaneidad gestual de los animales salvajes. Su quietud asombrosa repicaba en las pupilas de los visitantes de aquel pequeño vergel, cuando se acercaban con movimientos acelerados hacia el agua con el fin de llenar la cantimplora. Yo lo vi sólo una vez, pero sólo fue suficiente para recordarlo por lo que era y por lo que representaba: tantas historias me contaron de sabios sufíes que que merodeaban el desierto que sin duda este viejo desprendido casaba con mi deseo por encontrar una puerta hacia el conocimiento oculto, que su sonrisa ocultaba. Quizá sea ahora el momento de recordarme, tiempo después, cómo inventé algunas cosas que daba por evidentes sobre el alma de aquel desconocido…
En el segundo viaje que hice a África volví a viajar al mismo oasis. Quizá pareciera casual, pero en el lugar en el que antes estuvo sentado aquel anciano ahora se hallaba un esqueleto blanquecino de un animal carnívoro de medio tamaño. Ver el esqueleto y no escuchar sino el silencio me sumió en la desesperanza más absoluta. A partir de aquí se detiene mi narración, dejándome con más preguntas pero con menos respuestas claras y nítidas.
Curiosamente y al mismo tiempo, como en un sueño, mi alma se proyectó en las aguas de aquel oasis, más lleno de vida en ese momento, tan embaucador como de costumbre.

5/3/11

Para no olvidarlo nunca.

Siempre será de mi agrado que haya investigadoras que dediquen el tiempo a temas importantes y productivos. Sean mujeres u hombres, eso es lo de menos.
Brené Brown es una trabajadora social. Lleva un tiempo investigando lo que ella denomina (y nosotros) conexión, así como la pertenencia al mundo. De entre sus conclusiones (que pena que no haya libro en español aún), destaca la “vulnerabilidad”.
Por fin hay alguien que desde la tarima de la universidad ratifica lo que parece un secreto a voces, dándole la vuelta a lo que siempre la gran mayoría entiende por la propia palabra, es decir, debilidad, flaqueza.
Vean el vídeo-conferencia, no tiene desperdicio. Aquí les pongo el enlace. Antes les diré que lo he visto gracias a www.inteligenciaemocionalysocial.com; esta página a su vez cuelga un enlace de su conferencia a través de otra: www.ted.com (ideas que vale la pena difundir). Ambas son altamente recomendables. El segundo enlace pertenece a una página en inglés, pero sus subtítulos son variados, a través de la participación colectiva de los usuarios que los editan.
Lo dicho, aquí está el enlace, pinchadlo, y volvedlo a pinchar donde aparezca ampliar entrada. Cuando el vídeo lo tengáis delante elegid los subtítulos con el idioma respectivo.
¡Qué lo disfrutéis!, de todo corazón.
;-)