Ahora que la sociedad,
claramente, se divide en modos y medios de producción, ahora que Hegel y Marx
están más vivos que nunca, permítanme que agradezca a todas esas personas
esenciales, esos héroes anónimos, esas personas que eligieron su destino, como
una autoridad médica hablaba. Aunque también, como señalaba este médico, y un
servidor, muchos de los que ahora consideramos héroes, no lo han querido. Han
sido forzados por la situación, se han visto abocados a una situación que, ni
en el peor día estando de guardia, se hubieran imaginado. Tampoco lo vieron
venir todas las personas mayores que están viendo la Parca de cerca, casi físicamente
(hasta en el aire que entra por la ventana). Es triste ver cómo la muerte toca
a tu puerta. Literalmente. Voy a poner un ejemplo de héroes que jamás quisieron
ser protagonistas. Una médica le contaba a este otro compañero médico, que
antes señalé, que llevaba acumulando mucho trabajo, con jornadas que se intensificaban
y se multiplicaban casi sin descanso, con horas y horas de sueño, atendiendo
los casos de esta emergencia nacional y mundial. También, para más inri, en
estos momentos de estrés físico y psicológico, ha fallecido su propia madre. Y
hace relativamente poco, su tía. Ambas por Coronavirus. Ella cree que, al
igual, las contagió sin ser consciente, al igual era asintomática o no tomó las
suficientes medidas de seguridad o, simplemente, la situación se desbordó.
Y ahora, ¿cómo seguir
escribiendo?
Iba a empezar este texto hablando
de que vivimos tiempos extraños. Guerras que se libran en los hospitales y, las
primeras bajas son los médicos/as y enfermeras/os, mientras, los policías
cuidan de la población y los soldados le llevan la compra a las ancianas hasta
su casa. Estado de guerra muy extraño. No se puede salir a la calle, no porque
haya el ruido de las bombas, sino porque es el propio silencio el que te
delata, o si no tus vecinos. Una guerra, donde las autoridades políticas se han
convertido en periodistas (aparecen cada cierto tiempo), los científicos en
autoridades políticas y los periodistas en meros altavoces. Un cierto número se
ha cosificado aún más de lo que estaban, otros se han convertido en auténticos
referentes, en verdaderos héroes, sabedores que su vida les ha cambiado por
completo. Para siempre. Por haber perseguido la noticia, desde hace tiempo o,
si cabe, por tratar profesional y humanamente los acontecimientos, más allá de
consignas e ideologías políticas. Tiempos extraños, guerras extrañas: ¿una
mutación, zoonosis o conspiración? No deja de ser curioso que, los principales
casos de Asia fuesen China, Irán y Corea del Sur. ¿Es curioso? Corea del Sur
tiene de vecino a un país con malas pulgas y no sé qué relación tiene China con
Irán. Curioso, también; no Irak, Kuwait, Israel, Siria, Líbano, sino Irán.
Pero, en fin, no hay datos que nos lleven a pensar de que se trataba de un arma
bacteriológica, pura zoonosis de Pangolín. Prosigamos. Me llama la atención,
ahora, otros servicios esenciales, también: limpiadoras, cajeras de
supermercado, servicios de limpieza y basura. Vamos a ver si, cuando acabe la
pandemia, seguirán siendo esenciales o accidentales, ahora que, también la
filosofía y los clásicos se vuelven actuales. Una guerra extraña, si ya
aceptamos las palabras de Macron, la del presidente y la del responsable del
ejercito: ¡moral de victoria!, ¡sí señor! Y podría desarrollar esta idea
extraña de guerra, incluyendo la oscura labor del profesorado que, como una
imagen de Twitter reflejaba, representa a la orquesta del Titanic, tocando y
tocando mientras el barco se hunde. Pero no se confundan, la gran mayoría no lo
hace por deshumanización o por estar hechos de otra pasta (¡haciendo trabajar a
los niños!, ¡cómo puede ser!). Más bien, acompañan a los alumnos, esas personas
que, en cierta manera, forman parte de tu vida, más allá de la normativa,
porque saben que ni en la mejor y más fantástica lectura de ciencia ficción,
hubieran imaginado tal situación. Y así, mil ejemplos de profesiones
esenciales, que se la juegan, y miles de profesiones esenciales que han dejado
de ejercer en condiciones normales, o que tienen un futuro incierto. Muy duro
todo, en esta guerra que se transmite en forma de curvas, estadísticas, donde
hay que acumular la basura en casa, para ser buen vecino y, donde, habitualmente,
hay que lavarse las manos con frecuencia. Ese creo que es el lema principal de
combate.
Como ven, tenía un tono ácido el
texto, aunque me he tomado un Almax para la ira y ahí va, haciendo efecto. Por
eso, me quiero despedir como empecé, con el recuerdo de esa doctora y su madre
y tía fallecidas. Me quedo con la imagen de ese médico desolado en internet
desde hace tiempo, intentando advertir. Creo que, las víctimas, y todas las
personas que se hallan alrededor, son lo verdaderamente importante. ¿Cómo vamos
a sacar lo positivo si todavía no hemos enterrado las cenizas de los muertos?
Tal vez, a esta sociedad le toque un poco de luto de verdad. Por todas esas
personas. Importantes.
El médico se llama José Miguel
Gaona y tiene un canal en Youtube: La reunión secreta. La médica es real, pero
anónima (por ahora). Decía Blaise Pascal, que "todas las desgracias del
hombre se derivan del hecho de no ser capaz de estar tranquilamente sentado y
solo en una habitación." No sé, si contemplaba este genio, poder
salir al supermercado, o abrirle la puerta a tu hija, o a tu sobrina, y darle
un beso.