Me gustaría recodar lo que ya no vendrá,
sostener el presente (aunque sea aciago)
e intentar estar más en silencio
porque, realmente, somos aves de paso,
migrantes sin una ubicación fija
a pesar del afán de nuestras distracciones,
juguetes, pasatiempos y otras tantas inclinaciones.
Asomarse al mirador de la vida
nos violenta y nos impresiona,
detenerse realmente sin poder:
interpretar, dar un vuelco o cambiar de rumbo,
solo con una mochila y poco más,
tal vez sin nada, tal vez despojado de cualquier objeto.
Solo estando, viviendo y siendo y tal vez,
si creemos en lo dulce de la existencia:
creamos.