11/8/09

Las cosas son lo que son. Pero, ¿y cómo son miradas éstas para que puedan ser percibidas como lo que son?, si cada uno de nosotros tiene una mirada, un enfoque, una interpretación sobre las cosas que ve y siente.

Si realmente existe la capacidad de ver más allá de nuestras propias subjetividades es porque existe en nosotros un actitud primaria y primera, antes de que todo nuestro aparato perceptivo actúe...

¿En este nivel exitirían los valores universales tales como el bien o el mal? ¿La belleza? ¿La justicia? Y, ¿¿la verdad??
Esta foto es de un árbol, un ser natural, testigo de una de las atrocidades mayores que ha hecho otro ser, pero en este caso, humano. Este árbol está dentro de Schsansenhausen, un pequeño (perdonen el eufemismo) campo de concentración alemán. No sé cuando ha sido plantado, si antes, durante o después del genocidio, pero lo cierto es que es testigo sin palabras de todo lo allí vivido. ¡Cuánto odio habrá tenido que soportar! ¡Cuánto dolor, impotencia y locura asesina habrá tenido que destilar de su tronco y ramas! ¡De cuántas lágrimas habrá sido cómplice! Sin embargo, no se dejó arrastrar por el pesimismo colectivo, ni por la venganza, ni si quiera por el rencor. Por encima de todo eso está la vida, su vida, una vida más frondosa que cualquier otro árbol y lo refleja en sus ramas. Una vida que le sale al paso a la vida, tirando del carro, y que nos permite ahora, que me permite ahora, empezar a ver VIDA, a través de él, en un lugar donde a un ser HUMANO puede costarle encontrar de nuevo la vida.

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