Cada noche visitaba en sueños a la muerte.
Con una chistera negra, zapatos a juego y traje azul, la esperaba en un banco
fractal de múltiples colores. Al llegar a la fase REM, ella hacía su aparición.
Contenta y sin guadaña venía presurosa pero calmada, nunca había conocido a
nadie que la esperara sentado. Él era un embaucador y siempre la seducía. La
muerte, segura de sí, se dejaba llevar; hacían el amor en la 5ª dimensión, y
cuando ella se quedaba dormida, él se ponía la ropa y se despertaba del sueño.
Con muchas ganas de vivir.
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