3/8/10

No sé.

Y qué será lo que fuese, cuando todo ya se descubre, cuando las verdades aparecen y desaparecen, cuando la meta es difícil seguirla, pero ir marcha atrás es más complicado. ¿Por qué? Seguir la voz de adentro, sin esperar cambios posibles. Seguir, siempre seguir. Por el camino fuertes gritos asaltan las fronteras del abismo, mientras en la cercanía se oyen susurros embriagadores y seductores que me persiguen, que me instan a fijar la mirada en un sueño, en una manera de ver la vida en la que no sé si realmente estoy presente…
La voz, la VOZ, siempre la voz, tal vez seas tú, fugaz pasajera la que siempre te asomas a mi ventana para gritarme cuando no puedo verte, y cuando mis sentidos esperan otra cosa de mí. Quizás seas eso, fiel compañera, amiga, la que llevas la voz cantante, la que decidas cuánto y cómo, dónde y cuándo, esperando simplemente una respuesta que no sé si te favorece.
Adelante, adelante, pasito a pasito, sí, construyendo algo informe, pero con la estructura del corazón, viviendo cada momento como una letanía, como un desfile de cadáveres carnavalescos, que se aproximan valientes, cayéndose sobre mí, como la más densa bruma otoñal. Sí, seguir, seguir, hacia adelante.
Un giro tengo en mi alma, un vuelco, un pálpito, una certidumbre, un sensación sin forma ni color, una captación de lo que permanece y también de lo que se va. ¡Volaría ahora como un pájaro, con el sonido de una guitarra en la mano, oteando los paisajes que me faltan por ver y dando gracias por haber visto las sensaciones que me han producido la presencia de mis pisadas sobre la Tierra!
De antemano, no puedo esperarte. No, y tú lo sabes. Búscame y encuéntrame en algún lugar, sabes que de alguna manera estaría esperando tus palabras, luchando en el frente, sintiendo las sensaciones que desfilan cada día en mi universo. ¡Volar!, ¡sí!, volar, hoy nada me puede, hoy soy ingrávido como una paloma, y tan frágil como el silencio.

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