1/1/17

Desde la lejanía

No puedo olvidar, no debo.
Nadie me vigila, nadie me ata
sin embargo, una voz me mira
no está lejos, en las antípodas,
ni en el firmamento, no es rey,
ni emblema, ni pasado.
Nada siento si los pronuncio. 
Son otras fuentes melodiosas
dulce manantial,
sobre acerado cauce
las que bajan silenciosas
y enigmáticamente peregrinas,
a proponer un encuentro:
la verdad del torrente nuevo 
con la tierra seca,
la que quiere empaparse
y descubrir el florecimiento
de la verdad de los finales,
no cualesquiera;
las fronteras lo saben bien,
la morada después del viaje,
el aceite en el pan,
la tensa suerte.
El suspiro y la contemplación.
Pocos la escuchan.
El tiempo y el aroma 
se armonizan unidos.
El placer y la intriga
juegan alegremente.
Y mientras,
un sereno juez antiguo
mira incrédulo, intentando,
alejar el aleteo
de lo que llega, de lejos.

                               inefabilidad

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