10/10/09

Origen y destino


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Despierta alma mía, ¡despierta! Abre las puertas, ¡date cuenta!, ¡observa, mira, ¡recréate! Contempla, recuerda, recuerda. Recuerda. Las veces que no viste lo que ahora sí que ven mis ojos, mi vista, mi mirada, mi VISIÓN.
Aunque me equivoco, no es que mi alma no viera y ahora yo sí. No, no. Si antes mi alma no vio, ahora sí, como le corresponde, porque mi alma y yo somos lo mismo. Yo, todo soy y he sido siempre una única cosa: un SER... ¿Y cómo se es? Siendo. Sí, con un subrayado. Siendo es siendo, esto es, ¡es decir!, evolucionando, surgiendo, fluyendo como el agua y su curso natural.
¿Cómo se puede ser? ¿Qué certezas tiene el agua para ir del origen al destino? ¿Sabe el agua que va a ser bebida por la garganta de un excursionista sediento? ¿Sabe el agua que va saltar bruscamente, VIOLENTAMENTE, lo que para nosotros es denominado catarata? ¿Sabe el agua que puede ser estancada por sí misma y por los demás? ¿Sabe el agua que representando la pureza alberga tristemente el adjetivo negra?...
¿Sabe el agua que puede ser contemplada, como manantial que resuena en limpios oídos?
¿Sabe el agua que es parte de todo lo que riega y de todo lo que alcanza su mano?
¿Sabe el agua que no estoy hablando de ella? ¿Sabe ella que estoy hablando de mí?
¿Sé, realmente, que estoy hecho de agua?

¿Séntiré algún día toda su grandeza, incluida su humildad? ¿Qué pasará cuando sienta que empiezo a evaporarme?

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