9/10/09

¡¡Soñemos!!, creamos, ¡vivamos con alegría interna!

Volcar, ¡eso sí! las horas como perlas de diamantes, curtidas con el fuego de la mañana. Perderse en su estructura, morir con ellas, nacer de ellas nuevamente renovado.
Volcar, ¡oh sí!, los momentos que aún no han llegado. Imaginarlos, beber su néctar nacarado. Esparcir su aroma y dormir tranquilo.
Volcar, ¡esta vez! el canto del silencio, abrazarlo desde dentro, comer en su mesa, preguntarle por el olvido, amanecer en el diálogo.

Tranquilizar las madrugadas del miedo, perdonar lo injusto, creer nuevamente en el hombre y la mujer, esperar un cielo anaranjado donde reluzca la brillantez del amor puro.

Sobrevivir siempre. Alejar los pasos de la desilusión y la deseperanza. Luchar contra el invisible ejército del amor propio y los infantes de la envidia.

No renunciar a nada verdadero. Pensar en el esfuerzo de la mañana, cuando todas las manos se disponen a dar su fruto. Sacar a la apatía de su nido hueco. Invitarla a vivir en el calor de un beso.

Volcar, ¡de nuevo! el hilo que me separa de ti y amarrarlo a tu espalda, saber que estarás lejos, no dejarte escapar, contar contigo aunque no sea bueno.

Volcar, ¡por último! mi pensamiento en el mástil rectilíneo del adiós. Cambiarlos por acciones productivas. Sembrar los terrenos de la abundancia con semillas de acogida y recibimiento. Perderse en el presente, dormir el futuro, nacer renovado. Morir tranquilo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario