28/5/11

Ahora que los movimientos del 15 m no copan los diarios:

  • ¿Dónde están los medios de Información? ¿Qué es la información? Siempre he mirado a estos medios con recelo desde que escuche por primera vez una definición de “información” en boca de un periodista: "que un perro muerda a una anciana no es noticia, pero que una anciana muerda a un perro sí lo es".
  • ¿Dónde está la Universidad? ¿Dónde está su compromiso como poderosa identidad "independiente" e histórica?
    ¿Qué es la Universidad? Es solo un medio de producción del sistema financiero? ¿Dónde están tantos artículos y tesis doctorales? ¿Por qué solo es motivo de discusión, o al menos en las redes sociales, de los temas extraídos de los artículos periodísticos?
  • ¿Dónde están los ancianos? ¿Dónde está su sobrada experiencia? El filósofo fallecido Julián Marías, padre del escritor Javier Marías, comparaba esta lamentable visión con los ancianos de los países orientales, en los cuales sí hay cierta veneración por su presencia. Decía lo siguiente, con rotundidad: “hemos sustituido a los ancianos occidentales por el arte”.
  • ¿Dónde estamos los ciudadanos? ¿Hay un debate y una conciencia propia (entre amigos y en nuestro entorno) de los problemas que nos preocupan?
    ¿Qué pasa con las asociaciones de vecinos, no podríamos crear una red nacional (a través de una plataforma digital, por ejemplo) y abordar los problemas (dejando un hueco) para tratar, debatir y comparar los otros asuntos que no sean los estrictamente locales o vecinales? Y si no pudiéramos hacerlo, ¿por qué no ver las cosas que tiene otro municipio u otra región y así tener más derecho consensuado para poder progresar juntos? Por qué todo nuestro poder lo delegamos en el político? ¿Es que acaso no lo somos también (o al menos en el sentido etimológico)? ¿No será, en palabras de E. Fromm, que nuestro propio miedo a ser verdaderamente libres, a nuestro poder real, sea la causa de que prefiramos, como asustados, entregárselo a alguien externo, y morir sin ni siquiera haber luchado por un presente más digno?
Ahora bien, como sé que todo eso no depende de mí, lo único que me queda (con certeza) es el yo (hasta que dure). Entonces cambiemos indiferencia por silencio, auto-transmitámonos que estamos progresando, que el mundo sólo puede ser controlado, cuando cada uno se comprometa primeramente consigo mismo. Entonces ni siquiera habrá que luchar, porque la energía de vida y la comprensión universal serían tan fuertes que la naturaleza humana se revelaría (y no rebelaría), y sabríamos al fin el ridículo espantoso que estamos haciendo. Y a partir de ese momento, lo que nos devolvería al mundo, sin sentir culpas, quizá fuese una amplia sonrisa de compromiso y aceptación verdaderos, en cada uno de los rostros que de una manera u otra, no se conforman y se indignan.

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