27/1/10

Los descubrimientes.

Son esas cosas que viajan al son de los cascabeles de la vista, son las extrañezas que cargan vistosas los apalabrados del silencio, provistos de cadenas y de fundas para no ser vistos.
Los descubrimientes son las sulfúricas fuentes desde donde parten las broncíneas luces del amanecer.
Tras ellas quedan un resto de variadas situaciones, enmohecidas, desgastadas, abiertas, celosas de su ser.
Y, he aquí, que dentro de la corriente salínea de la vejez, fluyen las corrientes ambarinas del movimiento hasta salir.
Nuevamente, entonces, los rumores del café, el viento, las membranas de la cordura repican incesantes ante cada llamada del color y a cada sonido del tranvía.

No hay comentarios:

Publicar un comentario