17/10/13

Cirios

Me siento moderadamente bien,
con un tono intermedio entre el azul
y el violeta, neutral.
Acontece en mí una gran alegría
porque a cuestas, cargo mi casa.
Si los pensamientos me relegan,
si el acontecer no surge como yo quiero,
no me afano en dar volteretas de pincel
esperando la aprobación
de la paleta de colores,
más bien me abandono en el devenir,
me sujeto a la proa del barco
y allí observo el batir de las olas.
Podría estar triste o enfadado
podría soñar un mundo mejor.
Con la distancia suficiente
añoro el fuerte olor a vino de la tierra,
llevado por manos fuertes,
esas que me sujetaron un día
después de nacer.
Manos agarrando el mosto puro,
el corazón de los frutos
el pulmón que exhala el milimétrico
desgarro, de una vida ya en el recuerdo.
Pongo distancias ya, y se elevan ante mí
dos cirios. Uno está apagado ya, y humeante,
destila cercanía y paso de locomotora antigua.
El otro cirio parece extenderse encendido por el tiempo,
más allá de las horas y de los minutos
y reposa bajo un plato coloreado, arco iris viviente,
más allá de las celebraciones y las liturgias.
Tiene semejanza con aquel faro
de aquella esquina angulada,
aquella esquina en la que no cupimos
y que alumbró para que tú solo pasaras.

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