11/12/09

Regalo

Una propina para un médico es un desprestigio, si es en metálico. Si es en bienes de consumo, un cuadro o una caja de bombones, es un reconocimiento.
Si un representante de la industria farmacéutica le da, a ese mismo médico, la propina de un reloj, a ese acto se le consideraría dádiva.
Si a ese médico se le licencia con la propina de trabajar de manera privada, por las tardes, habiendo trabajado por la mañana, pero de manera pública, se le consideraría un médico con prestigio.
En el juramento hipocrático se dice que <<pasaré mi vida y ejerceré mi arte en la inocencia y en la pureza>>. Hay médicos que dan propinas que financian a partidos políticos. Y lo peor. Hay Gobiernos que permiten que les sean dadas más propinas, todavía, a los médicos, sin contar los casos anteriores.
Para un profesor una propina es un abuso de poder y puede conllevar la suspensión de su actividad.
Para un político podría convertirse en corrupción, prevaricación o cohecho. ¡Es curioso! Nunca es hecho. Sino co-hecho, (como en codirigido), que implicaría exención de responsabilidad y una menor pena. Me gustaría saber cuándo se aplicaría también ese mismo argumento para que la propina que se llevan los presidentes de gobierno (y un largo etcétera) sea codirigida.
Para un policía, la propina representa ser comprado o vendido.
Para un inspector de Sanidad es un soborno.
Para cualquier trabajador representa un acicate.
Para un taxista, un sobrestímulo para que, en verdad, haga el trabajo que siempre tiene y tendría que hacer.
Para un camarero, la propina va en el sueldo.
Para un trabajador del teatro o del cine, recibir una propina es algo muy chic, muy cinematográfico. Y darla.
Para Dios la propina es su propio misterio.
Para el ejército, propina es una medalla.
Para los niños, un caramelo.
Para Sánchez Dragó, propina es no tener que dejar propina. Algo muy propio de Nietzsche. Sin embargo la frase es propia del superhombre que escribió Nietzsche y no del superhombre que siempre fue Nietzsche.
Para Hitler, Nietzsche fue una de sus mejores propinas. Sobra decir que nunca supo darlas, sin embargo es una propina (para sí mismo) su propio e imaginario arrepentimiento, en el último segundo de su suicidio.  La canción  <<Ratón que te pilla el gato, ratón que te va pillar, si no te pilla esta noche, mañana te va a pillar>> es una propina a mi incomprensión.
Para Juan José Millás, propina es algo que está delante de la pina, sea lo que sea. Nota: pina es el femenino de pino. ¡Es que tiene un gran amor por las palabras!
No aceptar propinas, ni en en circunstancias que conlleven a ese acto, se consideraría orgullo. No darlas, o nunca darlas, se le llamaría prejuicio. ¿Sería Jane Austen tacaña?
Para Rouco Varela propina podría ser considerada como caridad, en un humilde bar de una aldea cristiana; un detalle en un restaurante regentado por una familia del Opus y un donativo a un mendigo que pide en la calle. Nunca tendría un donativo o un detalle, de carácter caritativo o no, con alguien que no le hubiera dado previamente un donativo, un detalle, o una caridad hacia él; en la declaración de la Renta, en una colecta o en el hecho de sintonizar Intereconomía o la cadena Cope.
Una propina es el requisito para viajar a la luna, la de ser rico.
Tirar billetes desde el cielo es considerado un acto de locura. Si no, recordemos a Jocker en Batman.
Jesucristo hizo los milagros de los panes y los peces y el del vino en las tinajas. Para él era evidente, después de morir en una cruz, que eso eran propinas.
Para algunos alquimistas Jesucristo fue un sabio, para algunos físicos,  Jesucristo fue un mentiroso. Para los bodegueros, la vida y la muerte de Jesús fue su gran propina.
Las propinas son gratis. Vivir es caro. Regalar todo un arte. El arte de dar propinas consiste es tener en cuenta la segunda y la tercera oración con una gran sonrisa.
He visto a un bloguero que pidió una propina en su blog (sin mencionar esa palabra), a través de otra: <<donar>>, y con el siguiente comentario a modo de señuelo: <<invítame a un café>>.
Una propina para El Último Superviviente es poder comer, dormir y respirar normalmente. En una cocina, en una cama y en una ciudad. De una nevera, abrazado, en comunidad. Sin embargo, su salario debería estar a la altura de su trabajo y no a la de su propina.
El colmo de una propina es que sea mayor que tu sueldo. Entonces lo llamamos EL GORDO.
En en supermercado o en un centro comercial no se nos ocurriría dar una propina. Seríamos estúpidos. ¡Y menos dársela a un cajero/a! En este caso nos convertiríamos, cosificados, en centro comercial, y el cajero/a en un cliente.
A veces la propina es el silencio.
La mayor propina que se ha visto depende de quien la haya dado. Bill Gates tendría que recrear siete veces (al menos), sus SIETE Windows, para que al menos un dólar suyo tuviera mayor credibilidad.
Una propina para la Bolsa es que todos nos gastemos las propinas en fondos de inversión.
Pepe Benavente tiene en su esfuerzo pasado y en sus resultados presentes su propia propina. Sin embargo se presenta ante los demás, paradójicamente, como un trabajador infatigable. 
Para un botones la propina es parte de su vestuario. Nosotros, los sastres, disfrutamos con el poder de vestirlo con un esmoquin o con unas bermudas. Disfrutamos siendo David Delfín o Amancio Ortega. Y cuando no, Agatha o Paco Clavel. ¡Qué poder! Cinco minutos antes de entrar en ese mismo hotel, habíamos sido un personaje interpretado por Paco Martínez Soria o por Pepe, el de aquel antiguo anuncio de Ikea.
Para un futbolista una propina es una prima, por hacer lo mismo que hace siempre: meter goles y por no dejárselos meter. Para el mismo futbolista, al final de la temporada, una propina también es un maletín, por hacer lo mismo que hace siempre: intentar meter goles e intentar parecer que son más débiles de los que son. Esto último es muy fácilmente demostrable en la falsa humildad que la mayoría de los equipos presumen tener durante TODA LA TEMPORADA.
La propina debería estar recogida, visto el caso, en el Código Civil. Sin embargo, la Real Academia acaba de publicar una Gramática de la Lengua Española. ¿Cuál sería en estos dos casos la propina? ¿Qué los juristas la recojan o que los académicos la expliquen?  A estas alturas, ¿qué es propina? El Drae la define como agasajo o como incentivo pequeño, es decir, ¡como no definir nada! Queda claro que sería una propina, para nuestra civiliza vida, que tanto el uno como el otro dejaran de existir.
Para un empresario, una propina (que suena a regalo), es sustituida por incentivo (que conlleva esfuerzo), haciendo llanamente lo mismo, aunque todos teatralicen el doble.
Para los cristianos, propina es recompensa. Incluso para Rouco.
Para los budistas, ausencia de propina, nada o vacuidad. O sea, recompensa. (Pero de otro tipo)
Para un narcotraficante, la propina es un derecho no un deber. Como todo el mundo tiene el deber de darle (ese es su derecho), ante los demás se comporta con derecho (y no con deber).
Para los trabajadores de Qatar, las reflexiones anteriores no existen. La expresión mísero salario sería su propina; después de venir, muchos, de países donde no existe ni la palabra salario.
En las mesas de juego de los casinos, por ejemplo,  al hecho de comprar poder e influencia se le llama propina, o mejor, coima.
Para Sherezade, la mejor propina fue ella misma, su ingenio, diariamente renovado.
Para la Literatura, Sherezade fue un personaje. A veces explicar la contribución de una gota de agua en la fertilización del universo es demasiado difícil. Por eso, a la crítica literaria no le llueven las propinas, sin embargo, a la literatura le llueven los personajes.
Llevarme una comisión es… ¿Fácil verdad?
Un chantaje tiene de fondo un beneficio extra, es decir, una propina. Si no, el chantajeador habría seguido con la vida aburrida y habitual de siempre. Y habría buscado otro medio de recibir la propina, esto es, a través de un soborno sencillo o de un abuso de poder, (sin abuso, claro). La violencia del chantaje posterior estaría mitigada o atenuada (en el caso de haber cumplido todos los pasos) en el sencillo argumento, de que sus abusos de poder anteriores, no reflejaron el esfuerzo de su trabajo. (Sin abuso tampoco ahora, claro).
Robar algo es de por sí una propina. En cierta manera, estamos en esta vida de prestado.
Ana Rosa Quintana también nos dio alguna propina. Su hecho picaresco (typical spanish), en relación a la publicación de su libro,  está a la altura de los las Cartas de San Pablo. Éste nos regaló la propina de una muerte en cruz y de una literatura epistolar, después de una vida de excesos, con él, y con los demás.
Para mucha gente, vivir es una propina, sobre todo cuando se siente la sensación de tener una segunda oportunidad.
Todos pedimos regalos. Todo el mundo se mete con los taxistas. Nadie se mete con Paulho Coello, que se vanagloria de haberse enriquecido. Todos somos transmisores. Todos conducimos algo, todos servimos.
Barack Obama es una propina andante para los del Nobel y par él mismo. El propio Barack Obama está dando las migajas de la expropiación de las tierras de los indios como propina, a los propios indios, que siempre supieron el significado de la palabra regalo. Y regalo para ellos era convivencia. No expulsión. El medio ambiente, y la vida, regalan propinas climáticas, diariamente, sobre Estados Unidos. Estados Unidos, con Barack , no quiere comprometerse en este esfuerzo colectivo por dar propinas a la vida. Al Gore no da propinas porque viaja en jet privado. Al Gore tuvo la propina de encabezar una campaña que le llevó a recibir hace unos años el Nobel,  por su activismo en favor del cambio climático. Ámbos son demócratas, no republicanos. Ambos tienen el premio Nobel de la Paz. Estados Unidos es el segundo país del mundo que más contamina, pero el más rico. A éste nunca se le piden propinas. A África no se le perdona nada. ¡Qué mayor propina que dejar en paz a un continente que nos dio la vida! Sin propina.

Para mí, llegados a este punto, la propina  es todo lo anterior y nada de eso. Es decir, depende de si pago con tarjeta y me queda algo en efectivo. (Quedaría muy extravagante decir, -¡quíteme 3 euros directamente de mi cuenta!-). Todo depende. Depende del humor que tenga y depende, sobre todo, de cómo interprete ese día la palabra propina.

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